miércoles 18 de septiembre de 2013, 07:51h
Desde la
aparición a finales del siglo XIX de los movimientos nacionalistas románticos
periféricos, nuestro país ha oscilado como un péndulo entre aquellos que
defienden la segregación de una parte de España y aquellos que, por el
contrario, insisten en mantener un estado centralizado hasta el extremo.
Siendo el
debate territorial poco atractivo para aquellos más pendientes de las
cuestiones sociales, como es el caso de la izquierda, los socialistas habíamos
solucionado desde hacía tiempo este dilema. Logramos parar el péndulo de forma
definitiva.
El tema se
debatió en la Comisión Constitucional nombrada al efecto en 1931 con objeto de
elaborar una constitución. Esa comisión estaba presidida por el socialista Luis
Jiménez de Asúa y contaba con otros miembros del PSOE como Luis Araquistain,
Trifón Gómez, Jerónimo Bugeda y Enrique de Francisco.
Los cinco
socialistas discutieron con el resto de miembros de la Comisión Constitucional
el modelo territorial más justo que debiera tener nuestro país. De nuevo las
tensiones centrífugas y centrípetas parecían colocar a los socialistas
justo en medio del problema.
Los cinco
plantearon al resto de los miembros que España era un estado integral y que
cada una de sus partes tenía derecho a lo sumo a un grado de autonomía que
podía sustentarse en razones políticas o económicas.
El Pleno del
Congreso del 27 de agosto de 1931 escuchó a Fernando de los Ríos en nombre del
PSOE defender una Constitución que nacía con la ilusión de ser la más justa y
democrática de todos los tiempos.
Una
Constitución, la de la II República, que incluía en su artículo primero que
España efectivamente "...constituye un estado integral", pero que también es
"compatible con la autonomía de los municipios y las regiones".
Con la
mirada atenta del Presidente de las Cortes, el también socialista Julián
Besteiro, la posición del PSOE en la Constitución quedó zanjada de inmediato.
Al mismo tiempo, cualquier estatuto de autonomía que vulnerara la norma máxima
era devuelto a su origen, y así sucedió.
De hecho,
este concepto de estado integral y autonomía regional fue recogido, casi medio
siglo más tarde, en la Constitución de 1978. Se hizo quizás de forma tan
peculiar como para transformar a nuestro país en el más centralizado del planeta
tras Canadá y Australia.
Algunos
miembros de la dirección del PSC han vulnerado la tradición ideológica del
PSOE. Tradición republicana y demócrata. Tradición latente en ambas
constituciones, la del 31 y la del 78: el estado integral y la autonomía
regional.
El mareo del
péndulo nos ha llevado, también a los socialistas, a distraernos de nuestros
verdaderos objetivos de justicia social e igualdad de derechos y obligaciones
de todos los españoles ante la ley, vivan donde vivan.
@AntonioMiguelC