domingo 29 de septiembre de 2013, 15:51h
El Gobierno se
empeña en decirnos que la situación económica está mejorando, y
tiene razón, pero la mayoría de los ciudadanos no ve que esa mejora
tenga una influencia directa en su vida. Se ha hecho una reforma
laboral que, todavía, no ha conseguido crear empleo, se han subido
impuestos, se han congelado las pensiones, se han reducido las ayudas
sociales, las becas, los presupuestos en todos los capítulos, el
acceso la Justicia y a la sanidad -excluyendo, incluso, a personas
inmigrantes sin recursos-, se ha instaurado el copago de
medicamentos, ha descendido el consumo... La precariedad en el empleo
es la norma y una gran mayoría de los ciudadanos teme que su
situación laboral o económica puede ir a peor en los próximos
años. En resumen, lo que viven los ciudadanos es muy diferente de lo
que dicen los gobernantes que, además, no se han planteado todavía
una verdadera reforma fiscal que haga justicia sobre los ciudadanos
de forma que no paguen más los que viven de una nómina y se hagan
más ricos los que más tienen. Porque en estos últimos años -no
sólo durante el Gobierno Rajoy, también con los de Zapatero- los
ricos son más y más ricos y los pobres son muchos más y también
mucho más pobres.
Es decir que el
Estado de Bienestar, un avance al que no debemos renunciar, peligra
porque no es posible sostenerlo, mientras que la sociedad no camina
hacia la igualdad sino hacia la desigualdad y con los últimos
recortes esta brecha va a ser más profunda. ¿Es sostenible o va a
desaparecer? ¿Hay que reducirlo o se puede mantener tal como está?
¿Reforma o quiebra? Son muchos los políticos, en todos los extremos
del arco político y en su centro, que juegan a la demagogia. Pero
son pocos, si hay alguno, que plantea de verdad, un debate a fondo
sobre el nuevo modelo social que la realidad económica impone. Un
debate serio, riguroso, con expertos, con números, con propuestas
para proponer un modelo que marque las líneas rojas que no
deberíamos pasar nunca y las líneas blancas que pueden ser
moduladas. Que señale a qué sacrificios estamos dispuestos para
garantizar la solidaridad entre personas, entre colectivos y entre
regiones. Que prime el sentido común y deje atrás los partidismos.
Ni la derecha ni
la izquierda tienen un nuevo modelo real, racional y sostenible para
el crecimiento económico -se mueven entre la inacción y la
irresponsabilidad- y eso es mucho más grave cuando hablamos del
modelo social o cuando tenemos un cincuenta por ciento de paro
juvenil. No es posible el progreso sin un acuerdo social mayoritario
ni se puede construir nada sobre los recortes, la inseguridad y el
sálvese quien pueda. No podemos ser competitivos si no somos
solidarios. No podemos hablar de una sociedad moderna si se asienta
sobre la desigualdad y la exclusión de millones de personas. ¿No se
han dado cuenta todavía?