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Fiesta y siesta

Fiesta y siesta

Por Gabriel Elorriaga F.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
lunes 14 de octubre de 2013, 11:05h
La fiesta nacional del 12 de Octubre dio síntomas de vitalidad en una España cuestionada. Unos separatistas catalanes anunciaban, días antes, que conmemorarían la fecha durmiendo la siesta. Hicieron bien, como los niños asustadizos que se tapan la cara para no ver al coco. Porque lo que no veían, mientras dormían, fue un desfile en Madrid, presidido por el Príncipe de Asturias, por causa de la convalecencia del Rey, que se convirtió en un símbolo de la continuidad sin fisuras de instituciones nacionales que no conocen de abdicaciones de su misión, por encima de las vicisitudes personales o peripecias políticas. En Barcelona, tampoco vieron la Plaza de Cataluña abarrotada de banderas rojigualdas, que eran los mismos colores de dos geometrías cromáticas secularmente unidas. Menos justificado es que, también, se fuesen a dormir la siesta los socialistas de Barcelona quienes, al parecer, prefieren perder electores que alterar el sueño de un nacionalismo adocenado y burgués. Esas gentes creen que lo que ellos no quieren ver no existe. Pero existe una familia de herederos de una comunidad viable como conjunto e inviable por separado, con ancestros unidos por lazos de sangre y descendientes unidos por proyectos de futuro.
 
Allí, en Barcelona, el más grande acontecimiento hace siglos fue la llegada de Colón, del que tampoco quisieran ver la bandera, para ser recibido por los Reyes de España, que eran los Reyes de Cataluña, pues nunca ha habido otros Reyes en aquella ciudad, con su exótica  comitiva, en la que figurarían jóvenes aprendices del arte de marear, como el grumete Juan Elorriaga, procedentes de distintas tierras de España, con su acompañamiento de indígenas que hacían el primer viaje en sentido contrario. Lo de cruzar el Atlántico apasionó tanto a nuestros antepasados que el joven Elorriaga volvería, ya como maestre de la carabela "La Bárbola", en la siguiente expedición y no hace falta que venga a contárnoslo nadie a los de este país que, expandiéndose en grande no deja de ser lo suficientemente pequeño para que nos conozcamos todos en cada casa. La profesora sevillana Carmen Mena, en un trabajo coordinado por Ernest Belenguer Cebrià, publicado en Barcelona en 2001, nos describiría el brillante espectáculo de castillos, leones y cuatribarradas, con la misma heráldica que se exhibía el 12 de Octubre de 2013 en la Plaza de Cataluña, sin ridículos triángulos azules y estrellados.
 
Querer borrar el pasado o el presente por el procedimiento de no verlo está en la mentalidad de algunos fabuladores de nación estrecha que tampoco quisieron que se abanderase ante sus ojos el portaaviones "Rey Juan Carlos", no fuese que las salvas de ordenanza alterasen su siesta. Estas majaderías no están en la línea de la auténtica tradición catalana sino que es cosa de algunos tontos contemporáneos que pululan por todas partes. Yo había oído contar el viaje inaugural del buque "Campeador", en 1932, en plena II República, capitaneado por Francisco Elorriaga, como un acontecimiento jubiloso y esperamos que, más pronto que tarde, sigan celebrándose otras fiestas náuticas de bandera al viento.          

Estos nacionalistas mentirosos no son como los intérpretes de "Marina", de Arrieta y Campodrón, que cantaban aquello de "dichoso aquél que tiene su casa a flote" y que convencieron a todos los tenores de España de que cambiasen el verso de "playas que yo soñé" por "playas las de Lloret". Estos son gentes aborregadas, de siesta con pijama y orinal sobre el colchón de su mentalidad arrinconada. No son almogávares capaces de ocupar Constantinopla, como los pintados en el Salón de Pasos Perdidos del Senado de España portando la enseña cuatribarrada, sino gentes solo capaces de decidir cuándo se acuestan y a los que les molestan tanto los campeadores de antaño como los reyes de hogaño. Son gentes que no captan los vínculos familiares y la médula vertebral que circulan más hondas que las políticas ocasionales y las retóricas disgregadoras, por el cuerpo de una España que prevalece a través de los siglos, con una determinación de continuidad que supera las estériles amenazas y los alborotos subvencionados.
 
La fiesta sigue, aunque algunos duerman la siesta. Es una fiesta para navegantes libres de mordazas de insolidaridad y separación. A los de la siesta conviene recordarles que la marcha de la historia no es consecuencia exclusiva de una norma constitucional. La Constitución -según su artículo 2º- "Se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española" y no a la viceversa. La ley emana de un hecho real que proviene tanto de la herencia de un largo camino recorrido como de la conveniencia de un futuro trayecto por recorrer. Quizá una Constitución podría reformarse correctamente, de acuerdo con los procedimientos establecidos, pero los vínculos esenciales de la historia harían que, cualquier otra norma, siga fundamentándose en "la indisoluble unidad de la Nación española".
 

Gabriel Elorriaga F.

Ex diputado y ex senador

Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.

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