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El sentido de Estado

El sentido de Estado

lunes 14 de octubre de 2013, 16:04h
Y van por los menos tres: la externalización de algunos hospitales, por supuesto la presunta nueva Ley de Educación y la anunciada sobre administraciones locales. A todas se ha opuesto frontalmente no sólo el PSOE sino buena parte de la oposición y Rubalcabase se ha cansado de anunciar que en cuanto llegue la alternancia y ellos sea Gobierno, todas estas reformas serán papel mojado porque las piensa derogar en la primera semana de su hipotética legislatura. A esto habría que añadir los cambios de Gallardón en Justicia y varios flecos más que no anoto no por ser menores sino por no aburrir al lector.

Y claro, así no hay forma ni de que el ciudadano confíe en casi nada ni sea capaz de vislumbrar un paisaje mejor tras la batalla de la crisis. No se trata de culpar a la oposición -y menos aun a toda la oposición- que hace bien enfrentándose a unos proyectos que no comparten, ni tampoco al Gobierno que, naturalmente, toma las medidas que considera mejores aunque sean impopulares porque ningún ejecutivo de un país democrático busca hacerse enemigos. ¿Dónde de está entonces el problema?

Desde mi humilde punto de vista en que se ha perdido lo bueno de la transición -que tuvo muchos errores- y que viene a coincidir con lo bueno, lo esencial, la razón de ser de la democracia: el sentido de estado. Aquí no parece existir esa responsabilidad de unos y de otros en asuntos tan vitales como educación, sanidad y justicia. La tentación de utilizar la mayoría absoluta para imponer criterios es tan irresponsable como engañosa porque las mayorías absolutas no duran siempre lo mismo que irresponsable es que la oposición se enfrente por sistema a cualquier iniciativa del Gobierno.

En este país se han hecho cosas verdaderamente sorprendentes e impensables en una democracia medianamente seria como el famoso "cordón sanitario" en la época de ZP que no ignoraba al principal partido en la oposición sino que pretendía aislar la voluntad de no sé cuántos millones de españoles votantes del PP Y qué decir de aquella acta notarial de CiU para garantizar que no pactará jamás con el PP. Semejantes cosas se pueden -y seguramente se deben- hacer con partidos extremistas que justifican el terrorismo o enaltecen los ideales nazis, pero con un partido democrático, primero o segundo en todas las encuestas, semejantes actuaciones carecen de sentido.

Y lo peor es que, volviendo al panorama actual, todos hablan de diálogo hasta la extenuación pero no dialogan nunca y cuando dialogan en lugar de acercar posiciones y limar asperezas, salen más distanciados que entraron. Ni la prepotencia de la mayoría absoluta ni en la oposición por sistema son buenas consejeras. ¿De verdad cuesta tanto a unos y a otros renunciar a cosas por el bien de todos? ¿Tan difícil es tener un poco de sentido de estado, de visión de futuro, intentar hacer las cosas lo mejor posible aunque algunas reivindicaciones se queden el camino? Esas son las preguntas que nos hacemos muchos; las respuestas la tienen unos pocos.

a.aberasturi
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