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Líderes psicópatas

Líderes psicópatas

viernes 18 de octubre de 2013, 11:59h
Hace tiempo les hablé del libro de Paul Preston "El zorro rojo"; una biografía de Santiago Carrillo en la cual desmitifica, con bastante rigor historiográfico, la personalidad histórica del joven Carrillo, describiendo al líder comunista como frío, cruel, manipulador y capaz de robarle el caramelo a un niño antes de delatarlo a Stalin por trosko y revisionista. La novedad aquí es lo del rigor historiográfico.

Bien. Soy irreverente con los liderazgos, los caudillos y los mesías. Cosas de La Codorniz y Hermano Lobo como lecturas infantiles. Y cuanto más sabemos de los presidentes de medio pelo con ínfulas de premieres internacionales más me da la risa.

Ahí tenemos al Lehendakari Urkullu en la fiesta de la Eusko Etxea en Nueva York amenazando con no entrar si la organización ponía un video con el saludo del alcalde de San Sebastián. Urkullu, acompañado de amplio cortejo y grupos de coros y danzas en uno de esos viajes sufragados por todos; paganos y creyentes, se sintió capitidisminuido en su protagonismo. Y reaccionó como un niño imponiendo su criterio a la organización del evento con una pataleta tan sentida que al final se quedó con la perra gorda y el vídeo no se emitió.

Gracias a unas psicólogas británicas de la Universidad de Surrey; Belinda Board y Katarina Fritzon hemos descubierto aquello ya insinuado por la revista más audaz para el lector más escarmentado; La Codorniz: los caudillos, los líderes de éxito, padecen las mismas psicopatías que los criminales psiquiátricos graves. O peores.

Ahí tenemos al Molt Honorable Artur Mas, dando un plantón de última hora a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, con quien hubiera coincidido en una entrega de premios organizada por la patronal catalana Fomento del Trabajo en Barcelona. Fuentes del Gobierno catalán reconocen que la razón por la que Mas no asistió al acto es porque no le dejaron presidirlo. Los organizadores del acto no cedieron a las presiones del Gobierno catalán y mantuvieron que el lugar preferente en el protocolo correspondía a la vicepresidenta del Ejecutivo central. La Generalitat dice que Mas sólo participa en actos oficiales que presida o cierre él con todo ringorrango, salvo en el caso de presencia del Rey, del Príncipe o del presidente del Gobierno, y eso por poco tiempo, que ya están mirando ofertas se suministradores de alfombras rojas y aviones oficiales de cara a la independencia esa.

Y es curioso, porque habiendo visto al Molt Honorable en la última entrega de los premios Planeta presente, pero sin participar porque la Generalitat no miente, se hubiera dicho que quien lo presidía era José Manuel Lara, y un Artur Mas empequeñecido a su lado en el escenario parecía haber recibido una regañina por revoltoso.

Nuestras psicólogas británicas de la Universidad de Surrey descubrieron como tres desórdenes de la personalidad; el histrionismo, el narcisismo y los trastornos obsesivo compulsivos eran más graves en los líderes políticos de éxito, y no tanto entre los perturbados psicópatas encerrados en el frenopático donde se desarrolló el estudio. Los caudillos políticos puntuaban mejor también en habilidades sociales. Tal vez por eso sepan encantar serpientes y no estén en una habitación acolchada.

Sin salir de la Península Ibérica ahí tenemos también a Picardo con el último show gibraltareño en el estrado de las Naciones Unidas. Al final todos sueñan con viajar por el mundo recibiendo honores de Jefes de Estado recibidos por escuadras de gastadores. ¿Por qué me vendrán a la cabeza los gastadores cuando pienso en los viajes de esta tropa?

Hasta quien no es político como Mourinho se apunta a dar la matraca, desplegando toda la parafernalia narcisista. El entrenador-conducator ya no vive aquí, pero es tan proclive a recordarnos de manera periódica su olvidada existencia como Picardo exagerando histriónicamente el victimismo.

Ser español es cada vez más complicado. Hay que darle asco al Albert Pla, y al mismo tiempo disparar a los gibraltareños mientras se oprime a los vascos y entre arcada, tiro y palo con la izquierda robar a los catalanes con la derecha. Y por si eso fuera poco nos sale Mourinho diciendo que simultáneamente hay que odiar a los portugueses, porque cuando a él le gritan en España "Hijo de puta, portugués", él siente como el español cuando lo dice, lo dice con saña; no como en Inglaterra, que cuando él oye allí lo de "Portuguese son of a bitch" siente el cariño y el calor de los ingleses como si fuera el de una madre.

Joder, qué tropa.
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