Despedir a un medio siempre es una mala noticia

El cierre de un medio de comunicación, sea de la tendencia que sea, siempre es una mala noticia para la democracia porque cercena la pluralidad necesaria en una sociedad libre. Ahora bien, ¿hasta qué punto puede justificarse la existencia de tantos entes autonómicos de escaso seguimiento?

Vaya por delante que en el caso de RTVV se han sufrido desmanes y tropelías diversas por parte de algunos de sus ex responsables que han llevado a su lamentable situación financiera. Baste recordar alguno de los escándalos que han ensuciado la imagen de la televisión valenciana en los últimos años como son la imputación del ex director de Canal 9, Pedro García, por las irregularidades en la visita del Papa o la acusación de acoso sexual que pesa sobre el ex secretario general de RTVV, Vicente Sanz, por la cual el ente público tuvo incluso que abonar 30.000 euros en concepto de responsabilidad civil subsidiaria.

Ahora bien, la peor parte de la noticia del cierre definitivo de RTVV es sin duda el futuro incierto que les espera a los 1.300 compañeros que ahora engrosarán las filas del paro con unas perspectivas de colocación casi nulas. Hay que recordar que este sector ha sido uno de los más castigados por la crisis -10.500 puestos de trabajo periodísticos se han destruido en los últimos cuatro años, según la FAPE- y que se enfrenta a unos años venideros de plena transformación no sólo tecnológica o empresarial sino también de los propios usos y costumbres de los consumidores  de información. 

El cierre de RTVV es una mala noticia que se muestra como presagio de las sacudidas que traerá el año 2014. Ahora más que nunca se muestra imprescindible la reinvención total del periodismo que, por necesidad, en el futuro tendrá muy poco que ver con lo que conocemos hoy. No podrá exigirse ya a los gobiernos central o autonómico unas ayudas que sostengan a este sector ya que tampoco las habrá para muchos otros.

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