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Reformas Económicas para crecer mejor y redistribuir más

Reformas Económicas para crecer mejor y redistribuir más

viernes 29 de noviembre de 2013, 09:20h
Si hay algo en lo que todos los economistas estamos de acuerdo es en que esta no es una crisis cualquiera.

La crisis financiera internacional, desatada por la desconfianza crediticia de las hipotecas subprime en EEUU, hizo que nuestros problemas estructurales y los del inacabado proceso de construcción europea, ocultos tras una larga etapa de crecimiento económico alentada por el exceso de liquidez y la abundancia de dinero barato, saliesen a la luz.

Problemas que llevábamos tiempo arrastrando, desde finales de los 90, pero que la burbuja inmobiliaria consiguió camuflar mientras alentaba una pereza reformista, agudizando nuestras deficiencias y rigideces estructurales. Sin duda alguna, la burbuja inmobiliaria ocultó las debilidades de la economía española.

Una economía que arrastra seis años de profunda crisis y sobre la que ahora el Gobierno pretende hacernos creer que estamos saliendo.

No quiero ser agorera, pero si el Gobierno de España no cambia su política económica y Europa sigue con su lentitud de reacción, nos quedarán muchos años arrastrándonos por el fondo de la crisis.

Europa tiene un problema de diseño institucional, ha creado una unión monetaria sin una auténtica unión fiscal y bancaria. Y hasta que no se cierre el círculo de las tres uniones, que deberían completarse con una unión social, no conseguiremos aislarla de procesos de alta desestabilización y de duda de pervivencia del euro, como los que hemos vivido en estos últimos años.

Pero España también tiene problemas propios. Tenemos un altísimo endeudamiento externo de 1,8 billones de euros y el 80% de esa deuda es privada, sobre todo bancaria.

Tenemos un problema de paro demasiado grave y empezamos a tener problemas en nuestras cuentas públicas, porque nuestro sistema fiscal no provee los ingresos suficientes y porque estamos asumiendo una socialización de pérdidas del sector bancario demasiado alta.

Además, aunque contamos con algunas grandes empresas, que son ejemplo de competitividad global, tenemos demasiadas pequeñas empresas que no consiguen crecer ni exportar.

Muchos de estos problemas no podremos solucionarlos solos, necesitamos contar con Europa, ya no tenemos autonomía en política monetaria ni cambiaria y se requiere la necesaria coordinación de las políticas económicas de los países miembro. Pero en el campo de la fiscalidad, con la reforma que presentamos los socialistas en la Conferencia Política, en el de la eficiencia y eficacia del Gasto Público y en el de la competitividad interna, sí hay mucho recorrido por hacer.

El grueso de las reformas en economía tiene que ir encaminado a que nuestras pequeñas empresas puedan crecer, sean capaces de innovar, crear empleo de calidad y a que, cada vez más, emerjan nuevos proyectos empresariales. Y para ello hay que desatascar el crédito y establecer un marco regulatorio que facilite el derecho a emprender y a crecer.

Es preciso extender la igualdad de oportunidades a las empresas, a los profesionales, a los autónomos y eso requiere favorecer la competencia efectiva y acabar con los privilegios de posición de mercado en manos de unas pocas empresas de gran tamaño. Es preciso saber que, pese a la propaganda del Gobierno con respecto a los emprendedores, España ha bajado 8 puestos, hasta el 52, en el ranking de clima empresarial del Banco Mundial y en el apartado que analiza los procedimientos de apertura de negocio España, se encuentra en el puesto 142 de un total de 189 países.

Por tanto, tenemos que entender que si nuestro modelo económico no permite que quienes tienen conocimientos y capacidad de innovación tengan éxito, seguiremos arrastrando problemas de competitividad.

Por ello es tan necesario hacer reformas en todos los ámbitos.

Reformas en fiscalidad para hacer un sistema que no discrimine a las pequeñas frente a las grandes empresas y que favorezca el crecimiento.

Reformas en educación y formación para reciclar al casi millón de jóvenes sin formación que se han quedado sin trabajo por el pinchazo de la burbuja.

Reformas en los mercados de bienes y servicios para eliminar barreras que limitan la competencia.

Reforma del mercado laboral para que no se facilite el despido ni se laminen los derechos de los trabajadores, sino para acabar con la precariedad laboral provocada por una temporalidad excesiva, especialmente de jóvenes, y que impide desarrollar una carrera formativa dentro de las empresas y mejorar la productividad del trabajo.

Muchas de estas reformas no cuestan dinero, pero no son fáciles de implantar porque no basta con cambiar una ley en el BOE. Hay que introducir cambios y hay que hacer que se ejecuten y para ello es preciso hacer un seguimiento y una tarea de mejora continua en su implantación. Y el Gobierno ni hace las reformas adecuadas ni se ocupa ni preocupa de su implementación.

Este Gobierno, que se llena la boca con la palabra reformas, lo único que ha hecho ha sido recortes injustos y contrarreformas que nos llevan al pasado en lugar de prepararnos para el futuro.

Es el momento de cambiar de rumbo. De que en España se ponga en marcha una agenda reformista que nos haga crecer mejor y combatir las desigualdades para lograr la necesaria cohesión social.

No podemos aceptar que la salida de la crisis sea por el camino de la ruptura de la cohesión social y del desmantelamiento del estado de bienestar. No hay conflicto entre igualdad y crecimiento, hay sinergias. Esa es la esencia del proyecto de los socialistas, crecer mejor y redistribuir más.


[*] Inmaculada Rodriguez-Piñero es Secretaria de Economía y Empleo del PSOE
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