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Corrupción e impunidad

Corrupción e impunidad

lunes 23 de diciembre de 2013, 13:14h
El otro día, mientras la policía judicial del número cinco y los agentes de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal entraban en las dependencias centrales del Partido Popular, no pude por menos que contener la tristeza.

El Partido Popular es una organización, un partido, una institución que encarna una buena parte, moderada y sensata, de la población española. El centro derecha encuentra cobijo en una organización que pretende vertebrar la nación y exige que esté a la altura de la misma.

¿Están precisamente sus dirigentes a la altura de aquellos que piensan que la mejor solución pasa por el centro derecha?, ¿están los mandatarios populares al nivel de los militantes de la organización?. ¿son dignos merecedores de gestionar un partido que representa a tantos?

El problema de los sucesos que están sucediendo en el Partido Popular no es sólo la corrupción. Es la impunidad. Mirar para otro lado, la defensa de los corruptos o el silencio frente al delito.

Porque cualquiera puede correr el riesgo de tener en su seno a uno, dos o cien corruptos. Cualquiera está a expensas de que la corrupción se le pegue como una lapa de forma intensa y periférica.

Sin embargo,  la corrupción en el Partido Popular, lejos de ser periférica, es central. Ha estado -y no sé si seguirá estando-, en su sede principal, en la dirección nacional, en los órganos ejecutivos de una institución que encarna el centro derecha de nuestro país.

Y por ser un problema central, a diferencia de los asuntos de otros partidos y organizaciones, sus dirigentes han disimulado, tapado, silenciado o, incluso, encubierto.

Destruir pruebas es un grave delito. Hacer desaparecer unos discos duros, quemar agendas o, simplemente, burlar a Ruz, no es de recibo. Entregar en julio al juez del número cinco únicamente una parte de las facturas es cuando menos ridículo.

Y una vergüenza, por otra parte, contemplar cómo el propio juez del número cinco ordena, ante la afrenta, registrar la sede central. Esperpéntico, llamativo y, sobre todo, triste.

El centro derecha no se merece en modo alguno unos dirigentes que no están a la altura, ni de sus militantes, ni de sus votantes, ni mucho menos de la nación en su conjunto. 

@AntonioMiguelC
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