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En defensa de la vida

En defensa de la vida

jueves 26 de diciembre de 2013, 14:23h
Seguramente ha habido pocas campañas tan duras como la que se ha iniciado contra el proyecto de reforma de la ley del aborto emprendida por el Gobierno Rajoy. Las acusaciones son de tal calibre, las tomas de posición tan extremas que parece que el aborto es hoy el problema número uno de España. No sucedió lo mismo cuando el PSOE de Rodríguez Zapatero, rompiendo un consenso tácito, sin negociación alguna, amplió y desnaturalizó la ley del aborto. Las descalificaciones ahora del principal líder de la oposición, colocando en la "extrema derecha" a los que no comparten su opinión son una falsedad y un insulto al sentido común. Es cierto que una parte importante de la población mira para otro lado cuando se plantea el tema del aborto y ha convertido en ley, aquí sí, el "derecho a decidir". Pero hay muchas aristas en un asunto que es todo menos pacífico, que afecta a las creencias más profundas de millones de ciudadanos y que, en cualquier caso, produce un daño directo a la mujer que toma esa decisión.

Somos muchos los que creemos que no es progresista defender el (supuesto) derecho al aborto y que lo progresista es defender el derecho a la vida del más débil, del no nacido, como proclama la Constitución. Somos muchos los que sabemos que su legalización ha provocado el crecimiento del número de abortos, con leves y esporádicas caídas algún año. Desde 2003 hasta hoy hemos pasado de 80.000 abortos anuales a más de 112.000, un aborto por cada cuatro nacimientos. Somos muchos los que creemos que la vida humana empieza desde el momento de la concepción y que la muerte de un ser vivo, con capacidad para crecer y desarrollarse, es un crimen. Somos muchos los que creemos que no existe ni está protegido un derecho universal al aborto y que éste no es una conquista femenina sino un drama que está costando la vida de muchos inocentes, marcando la vida de muchas mujeres y cargando sobre ellas de forma violenta el peso de una decisión terrible. Somos muchos los que creemos que ninguna mujer debe ir a la cárcel por abortar -de hecho ninguna ha ido y ninguna irá en el futuro-, pero estamos en contra del aborto. Somos muchos los que creemos un disparate que las menores de 16 años puedan abortar sin siquiera el consentimiento o el conocimiento de sus padres. Somos muchos los que creemos que un niño con síndrome de Down no puede ser condenado a no vivir, aunque los datos demuestran que el 80-90 por ciento de los fetos que hoy presentan este síndrome no llegan a ver la luz.

Somos muchos los que creemos que el Estado debe proteger a las mujeres embarazadas y a las familias de forma activa para permitirles las condiciones necesarias para tener hijos y poder cuidarlos, en lugar de asumir como ley la desprotección activa de la vida de más de cien mil personas cada año. El problema debería ser cómo defender la vida, nunca cómo acabar con ella.
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