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Un día cualquiera

Un día cualquiera

sábado 11 de enero de 2014, 15:21h
Comencé por la mañana después de un relaxin café con leche yendo a una Deep Web. Quería ver los subterráneos de ese magma de información que es la web. Millones de páginas oscuras, perdidas, invisibles. Pero me cansé enseguida porque apenas encontré nada interesante. Decidí entonces jugar al Dots en mi reluciente Iphone, y estuve como dos horas juntando colores, recordando los viejos tiempos del tetris tirado en un sofá, que olía mucho a mi sudor, con nubes pintadas de colores. El tetris me subyugó tanto que una vez estuve una semana entera sin dejar de jugar. Solo paraba para los refrigerios inevitables. El Dots no es tan apasionante, así que me cansé y abrí el e-mail en el que había un montón de mensajes. La mayoría eran spam, una invasión de noticias inservibles. Pero sí abrí correos de amigas expertas en el duck face, y me lo pasé genial viendo tal atracón de morritos felicies. Por eso seguí luego en Facebook llenando los muros de risotadas, jajajá y caricias verbales.

Pero como el cuerpo me pedía marcha busqué a mi grupo y les pedí que hiciéramos Actings. Me abrumaba mucho el aburrimiento. Ya estaba harto de ver a Miles Cyrus, la antigua Hanna Montana de Disney, en sus videoclic provocativos. Quería algo propio. Mejor que protestáramos por algo y lo colgáramos en Youtube para ver cuántas reproducciones conseguíamos. Si Miles tenía seis millones en seis días con su toque perverso, nosotros quizá miles con nuestra protesta teatral. Y así lo hicimos. Luego nos fuimos a tomar un Bubble Tea con sus bolas de tapioca y su fruta y su leche. Y entonces hablamos de constituirnos como Crowd Clout. Realizaríamos presión a las marcas de ropa para que bajasen los precios, y a los bares para que mejoren las tapas. Y nos dijimos que si nada conseguíamos nos volveríamos DIY, y realizaríamos campañas en las redes contra el hecho de comprar, y a favor de hacernos nuestras comidas y nuestras ropas. Fue muy emocionante.

Pero cuando regresé a casa se me pasó el furor, volví a estar aburrido. Entonces entré en Twine porque el ligue intelectual tiene otra enjundia y ya estaba harto de las fotos de Facebook, tan superficiales. Pagué con Bitcoin, porque es per-to-per y no hay avaros intermediarios que se llevan su tajada. También pensé en entrar en Cookflat por si algún alma caritativa podría darme alojamiento y comida donde sea.

La verdad es que estaba tan aburrido. Solo sonreía cuando miraba mi Yothaphone. Me hacía feliz su ahorro energético al tener dos pantallas, y ser la trasera de tinta electrónica, como en los e-book. Pero tenía miedo de que se encendiera el Whatsapp por detrás y no pudiera enterarme. Igual era el tráiler de la cuarta temporada de Juegos de Tronos que espero con pasión.  

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