El precio pagado

En primer lugar, alegría por el hecho de que  nuestros tres compatriotas, cuya inocencia siempre hemos presumido, hayan quedado libres del infierno al que estaban sometidos. En segundo lugar, satisfacción porque, esta vez sí, parece que la diplomacia española ha funcionado, diga lo que diga algún medio siempre recalcitrante y desde luego nada independiente; ya era hora de que desde La Moncloa se pusiesen las pilas y tomasen este caso como hay que tomarlo: un asunto grave en el que están implicadas una ONG indeseable y un régimen, el chadiano, corrupto a más no poder, del que son víctimas unos ciudadanos españoles. Y España no puede permitir que un régimen como el citado secuestre, así sin más, a sus ciudadanos. Ha tenido que llegar Sarkozy para espolear a los funcionarios españoles, que siguen sin ser conscientes de que nuestro país tiene más influencia en el mundo de la que ellos, en su timidez, aún piensan.

      Otra cosa es la sensación de que nunca sabremos cuánto hemos pagado los contribuyentes para que este ‘affaire’ se solucionase. No nos lo han explicado, ni presumiblemente lo harán, pero aquí queda la pregunta: ¿cuánto ha habido que ‘abonar’ al tiranuelo de turno para posibilitar la libertad de nuestros compatriotas? Porque dudamos mucho de que haya sido la ‘justicia’ de Chad la que ha decidido, por mor de las declaraciones de los miembros de la ONG El Arca de Zoé, poner en libertad a los tres españoles. ¿Han hecho negocio, tras el agravio de, encima, no permitir el aterrizaje del avión en el que viajaba Bernardino León? Que se sepa. Los contribuyentes tenemos derecho a saber toda la verdad, aunque sea políticamente incorrecta.