La democracia cero de los partidos
viernes 14 de febrero de 2014, 12:50h
Todas las monarquías europeas, incluida por supuesto la española, han
renunciado al carácter absolutista que tuvieron en el pasado. Los Reyes
reinan pero no gobiernan, se ajustan al papel que les dan sus
Constituciones y dejan que sean los jefes de los distintos gobiernos los
que administren las cosas públicas. Podríamos pensar que el
absolutismo, la voluntad " real" como suprema forma de decidir sobre los
asuntos sociales ha desaparecido con el cambio de papel de la realeza
en aquellos países que mantienen esa figura en la cúspide del estado; y
que por supuesto no existe en los que imperan las Repúblicas. Craso y
tremendo error como es fácil de descubrir mirando, por ejemplo, lo que
ocurre en España.
Juan Carlos I no es un Rey absolutista, como lo fueron sus antepasados, y
la aristocracia existente no tiene más privilegios que los que consiga
con el trabajo, la herencia o la fortuna, como cualquier otro español
que parta de situaciones económicas y sociales parecidas. Los
privilegios de " sangre" son mínimos y restringidos a las figuras del
Rey y su sucesor. Y, sin embargo y como pasa con las meigas gallegas,
existir no existen pero haberlas, haylas.
El absolutismo real y la aristocracia de antaño se ha refugiado,
sobreviven en los partidos políticos, en los que el ascenso al poder y
el mantenimiento en el mismo se produce. Así por los mismos
procedimientos por los que se alternaban las monarquías e incluso dentro
de la misma familia el puesto que ocupaba cada cual. Es la voluntad
del líder la que se impone siempre sobre los deseos y las voluntades de
los que le siguen, y cuando no es así porque los de abajo tienen la
fuerza suficiente para oponerse al gran y único dedo de visorio,
asistimos al " magnicidio" interior, que suele desarrollarse como una
tragedia, la primera vez, como una drama la segunda, y como una comedia
bufa en las siguientes.
En estos días el PP tenía que elegir un nuevo presidente del partido en
Andalucía. La aristocracia " popular" comenzó a moverse en la "Corte
madrileña" para conseguir que el "trono" autonómico fuera para uno de
los suyos, al mismo tiempo que en el virreinato se cruzaban los
cuchillos entre los barones provinciales. Ese Rey laico y sin corona
que es Mariano Rajoy esperó hasta el final, hasta los últimos minutos
para hacer saber a todos lo que su gran dedo había decidido. Y hecho el
gesto y tomada la decisión se produjo la reacción de la obediente y
sumisa " aristocracia" del partido. Nada de democracia interna, nada de
dejar que los militantes andaluces del PP decidan quien quieren que les
dirija en su lógico afán por conquistar el poder, nada de candidatos que
presenten sus programas y sus ideas. Se exige disciplina y unidad con
la amenaza de ser expulsados de las doradas listas.
En estos días también, en el PSOE, se querían elegir a los candidatos, a
la lista de dirigentes que iban a pelear por unos escaños en el
Parlamento europeo. Muchos deseos de celebrar elecciones internas para
ese cometido, muchas menciones de la palabra " primarias", nombres que
entran y salen de las páginas y de las imágenes de los medios de
comunicación. Hasta qué, de nuevo y desde la llamada izquierda, habla y
elige el otro "monarca" sin corona. Ya hay jefa para llevar la bandera
del socialismo, y sólo queda quien acompañará y en que puesto a la
encargada de buscar su victoria y de propiciar a su mentor la
posibilidad de su propio y posterior triunfo interno.
Sueña a broma macabra, a oportunismo, a engaño social y mayúsculo que
mientras se lanza el debate entre monarquía y república se mantenga el
carácter absolutista y aristocrático en las cúpulas de los partidos.
Estos, todos ellos, deberían predicar y proponer con y desde el ejemplo.
La democracia bien entendida comienza desde las propias organizaciones y
desde las bases de las mismas. De abajo hacia arriba, no al contrario.
Ni en Andalucía se ha dado ejemplo ( antes que el PP con Moreno Bonilla
ya práctico el gran dedo el PSOE con Susana Díaz), ni de cara a las
elecciones de mayo se está dando en Madrid. Temamos lo peor y es que
siga así hasta noviembre de 2015 y más allá.