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El candidato

El candidato

lunes 17 de febrero de 2014, 15:53h
El PP parece tener una cierta inclinación a complicarse la vida; eso, o es que  la vida del PP siempre fue complicada salvo el paréntesis de Aznar, un" duro" que sólo despachaba consigo mismo y su cuaderno azul. El resto ha sido espectáculo: desde el origen de los "siete magníficos" -que fue un desastre- hasta la reconversión del partido con aquel hermoso número de un Fraga rompiendo en mil pedazos la carta de dimisión que el joven Aznar le había entregado antes de comenzar su andadura dejando así en manos de su mentor el destino entonces incierto de su mandato.

Y no está de más recordar todo aquello porque veníamos del liderazgo de un personaje del que poco se ha sabido: el inefable Hernández Mancha que, al contrario de César, llegó, vio y perdió como no podía ser de otra manera.  Lo malo del PP es que, acostumbrado a no improvisar nunca, cuando lo hace le sale el tiro casi siempre por la culata. Y ahí tenemos a los expertos en Génova dilucidando quién apoya a Moreno Bonilla que es como un clon de Arenas pero pasado por Moragas y/o Ana Mato. Da igual porque el problema es que a Moreno Bonilla no le conoce casi nadie y lo que por lo visto de verdad le gusta al hombre es el protocolo. No tengo nada contra el protocolo pero debo reconocer que no parece una vocación apasionante para alguien que pretende liderar un partido y ganar unas elecciones. A Moreno Bonilla le gusta el protocolo y hay desalmados que ya han sacado a relucir sus currículos universitarios en las diversas legislaturas y es necesario hablar en plural porque van cambiando de año en año: una veces tiene un máster y otras no, una veces es licenciado y otras tampoco.... Da igual. Lo malo es que antes de empezar ya salgan a la luz todas estas cosas.

Naturalmente Moreno Bonilla achaca a la oposición socialista que "ya se empieza la política de ensuciar" su imagen, lo que, a su juicio, "es un síntoma claro de que empieza el nerviosismo del PSOE-A y de Susana Díaz". Es posible claro, pero hay un detalle -tonto, lo reconozco, y muy personal- que me pone en guardia: el candidato habla de sí mismo en tercera persona y eso para mí es casi definitivo. El otro día, en su primera comparecencia pública afirmó textualmente: "Ha empezado el miedo porque empiezan a mirarse de reojo unos a otros, comienzan las incomodidades y empiezan a hablar de recortes de plazos para no dejar crecer a Juan Manuel Moreno y dejarle poco tiempo para que no se consolide". Qué miedo me dan los que hablan de sí mismos citándose por su nombre.Pero el problema no es Moreno Bonilla, que hace y hará lo que pueda para crecer y consolidarse; el problema está, una vez más, en Génova, y en la inquietante santa voluntad de Mariano Rajoy que, también una vez más, hace caso omiso a su secretaria general y busca donde no debe la inspiración del dedazo. Y así no se ganan elecciones. Pero desde hace mucho los políticos importantes en España son fruto de ocurrencias varias y no hay más que leer a Leguina explicando cómo llegó Chacón a ser se ministra de Defensa. 

Moreno Bonilla va a perder por goleada según todos los augurios incluso de los más cercanos al PP y encima se cabrea porque le acusen de escasa trayectoria cuando es de lo que acusaba su PP a Susana Díaz. A mí me resulta un poco patético, la verdad; si al teatro hay que ir tosido para no molestar, a la política conviene -o convenía-  llegar crecido y consolidado ya de casa. Pero los tiempos parece que cambian y el requisito ahora es algo más tortuoso y desde luego mucho menos democrático. 

a.aberasturi
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