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Hacienda somos casi todos

Hacienda somos casi todos

miércoles 19 de febrero de 2014, 16:28h
Los inspectores de Hacienda han hecho unas propuestas interesantes para mejorar su trabajo, para unificar competencias y responsabilidades, para despolitizar la Agencia Tributaria y para autofinanciarse mejor y disponer de más medios para luchar contra el fraude fiscal, pero la mayor parte de los ciudadanos nos hemos quedado solo con dos propuestas: que quieren dinero pagar a confidentes y que se les permita actuar de incógnito en la primera visita que hacen a un presunto defraudador. Además, el ministro Montoro, uno de los políticos más queridos de esta hornada, tiene entre manos pagar a los inspectores por "objetivos". O lo que es lo mismo, el cuarenta por ciento de su sueldo estará ligando a la cantidad de dinero que sean capaces de recaudar. Y si no rinden, cobrarán menos. Así que mucho ojo, porque si prospera el plan, no sólo podrán visitarle en cualquier momento, tal vez después de haber hablado con ese vecino que le tiene una envida tiñosa, sino que el inspector de Hacienda se podrá presentar como un vendedor ambulante y el interés que muestre por saber cómo le va la vida será proporcional a lo que usted haya podido ocultar. 

No obstante, lo van a tener difícil. Un tercio de los hogares españoles -con Valencia, Andalucía, Cataluña, Canarias, Murcia y Baleares en cabeza- tienen consideración oficial de "pobres de solemnidad" (Informe FUNCAS) y otro cincuenta por ciento, más o menos, son asalariados -la mitad mileuristas o en la frontera- a los que Hacienda tiene perfectamente controlados y a los que es difícil ordeñarles más. Así que queda un diez, un quince por ciento si somos generosos, que apenas han notado la crisis, que son "ricos ricos", que tienen mecanismos para defraudar, que se han llevado el dinero a Suiza o que han constituido una SICAV por la que apenas pagan. Eso si no hablamos de empresas que tributan fuera de España porque pagan menos o que cotizan por el impuesto de sociedades cinco o diez veces menos que un asalariado.

Así que, o viene esa verdadera reforma fiscal que lleva prometiendo el PP desde antes de ganar las elecciones -porque hasta ahora lo que ha hecho es una contrarreforma contra sus principios y contra los intereses de todos los que pagamos- o vamos todos al concurso de acreedores.

Hay que aplaudir siempre la lucha contra el fraude fiscal o contra la economía sumergida porque no sólo es antisocial y nos daña a todos sino que nos hace competir en inferioridad de condiciones. Pero sólo con leer atentamente los periódicos estos meses, los responsables de Hacienda tendrían trabajo más que suficiente. No hace falta incentivarles. Las denuncias públicas les están haciendo más fácil el trabajo. ¿Por qué los ciudadanos tenemos la sensación de que nos están apretando el cinturón hasta no poder respirar mientras que los que de verdad tienen dinero, o atesoran el de otros, viven cada vez mejor?

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