jueves 06 de marzo de 2014, 11:48h
Contrariamente
a la presunción de Mariano Rajoy de
tener ideas claras, su acción de Gobierno es un canto a la improvisación.
Lo
empezó demostrando al aplicar una subida generalizada de impuestos cuando había
prometido reducirlos. Luego, sobre la marcha, ha ido componiendo, enmendando y
recomponiendo sus políticas en lo que él llama "adaptarse a la realidad".
Ello
no sólo en los temas económicos, donde se pasa de una amnistía fiscal a apretar
las tuercas a los pequeños contribuyentes o se cambia al tuntún la factura
eléctrica.
A falta de ideas, de criterio, de ideología o
de lo que sea, una nueva ocurrencia contradictoria con la anterior la sustituye
tan ricamente, ya sea en la política antiterrorista, en la falsa promoción de
empleo, en la financiación autonómica, en la presunta lucha contra la
corrupción, etcétera, etcétera.
Lo
que para unos no sería más que una demostración de cintura política, de saber
adaptarse a las circunstancias, para otros no es más que una prueba de
ignorancia y de desconcierto.
Pero,
ojo, no culpemos de ello sólo al PP, ya que la improvisación en tareas de
gobierno es consustancial a todos los partidos políticos. ¿O es que no
recordamos la errática política de Rodríguez
Zapatero, ora para aquí, ora para allá, según el dictado de su último
consejero, el último artículo leído o la última moda de pensamiento ideológico?
Una
tradición secular española ha intentado convencernos de las ventajas de esta
improvisación de la que carecen otros países de nuestro entorno: "Ellos son rígidos e inflexibles, unos cabezas
cuadradas, en suma".
Quizá
por eso, por la previsibilidad de las leyes y los reglamentos, no los cambian
cada dos por tres, evitando que sus ciudadanos vivan en una permanente zozobra
e inseguridad jurídica, como sucede en España. Aquí, entre normas estatales,
autonómicas y de entes menores aprobamos cada mes casi tantas como en el resto
de la Unión Europea.
Ya
ven, ésa, la de la improvisación, es la auténtica "marca España", y no la genialidad y el talento de que presumimos.
Diplomado en la Universidad de Stanford, lleva escribiendo casi cuarenta años. Sus artículos han aparecido en la mayor parte de los diarios españoles, en la revista italiana Terzo Mondo y en el periódico Noticias del Mundo de Nueva York.
Entre otros cargos, ha sido director de El Periódico de Barcelona, El Adelanto de Salamanca, y la edición de ABC en la Comunidad Valenciana, así como director general de publicaciones del Grupo Zeta y asesor de varias empresas de comunicación.
En los últimos años, ha alternado sus colaboraciones en prensa, radio y televisión con la literatura, habiendo obtenido varios premios en ambas labores, entre ellos el nacional de periodismo gastronómico Álvaro Cunqueiro (2004), el de Novela Corta Ategua (2005) y el de periodismo social de la Comunidad Valenciana, Convivir (2006).
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