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Cinismo político

Cinismo político

domingo 09 de marzo de 2014, 12:48h
Este lenguaje hipócrita y cínico, que tanto utilizan muchos políticos, es lo que más desacredita la política. El doble y falso lenguaje. Tanto el heroico como el salvavidas. No es necesario citar nombres -de aquí y de allí-, para no reducir a anécdota la categoría. Además, estos días están en la mente de todos.

Decir lo que no se piensa es cinismo puro. Proclamar como propio lo que no es más que una consigna de partido, es simple teatro. Defender lo que ya se sabe que no se cumplirá, constituye vil engaño.

El cinismo, la hipocresía y la mentira no son instrumentos honestos ni válidos para la gobernación. La política -se repite- es el arte de lo posible, y de hacer posible lo que parece imposible. Pero no con artimañas engañosas e impuras. Las conductas y los medios innobles o sucios, enmierdan los objetivos más nobles, los idealismos más legítimos y las ansias de estabilidad más necesarias.

Todo puede defenderse en democracia, pero con sinceridad y honestamente. No con engaños ni imposiciones, de 'iure' o de 'facto'. No atribuyéndose la representación de todos, cuando sólo se cuenta con la de una parte, dividiendo así a una sociedad plural. Esto contradice el principio democrático de la buena fe y el respeto al otro. El mismo fundamento de la convivencia.

Como en la circulación, la buena convivencia requiere razonables reglas de tráfico a respetar por todos; reglas democráticamente establecidas. Son las leyes justas en su contenido y aprobadas por los auténticos representantes de la sociedad. Solo sin estos requisitos, imprescindibles, y avalados por los órganos judiciales, podría apelarse, 'in extremis', a la insumisión pacífica. La rebelión abre las compuertas al caos.

En situaciones de grave tensión, generalmente alentadas por intereses partidarios o posicionamientos temerarios, y en que el apasionamiento suele ofuscar la razón, no se repara en los medios, que se creen justificados por inmovilismos trasnochados, de unos, o por idealismos quiméricos, de otros. Estamos en una de estas situaciones, que casi nadie quiere, pero que demasiados se dejan llevar por la fuerza del viento, quizás de un viento soplado entre bastidores, con más o menos buena o mala fe, con ánimo redentor de espesas nieblas pero con consecuencias devastadoras.

Por esto es tan importante para la ciudadanía, para el pueblo llano, detectar bien y a tempo el grado de cinismo, hipocresía o engaño de los discursos políticos, de todo signo, que pretenden perpetuarle inmerecidamente en el inmovilismo o arrastrarle en la aventura de la rebelión. El tráfico político tiene su código legal.
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