Terrorismo permanente

Los terroristas tienen otra dimensión del tiempo y del espacio. Sobre todo los que tienen origen árabe y se mueven por un lavado de cerebro pernicioso gracias a una interpretación interesada y partidista del Islam. Los propios árabes y musulmanes son, en su gran mayoría, los que sufren diariamente los daños que ocasionan en su sociedad estos grupos terroristas que pretenden con la violencia alcanzar el poder para imponer su dictadura excluyente y cruel. Estos grupos terroristas desplegados en varios lugares del mundo utilizan estados fallidos para instalar sus bases logísticas y entrenamiento y aprovechan las injusticias sociales del lugar para reclutar adeptos a su causa, aunque hay que tener bien claro que entre sus dirigentes e integrantes se encuentran personas de nivel económico e intelectual medio-alto.

Tienen muy claros sus objetivos y su forma de actuar se adecúa en cada momento a las oportunidades que se les presentan. Golpean en occidente para desestabilizar a sus gobiernos que protegen la seguridad de países claves como Arabia Saudí, uno de los principales productores de petróleo y cuna de poder y riquezas ansiados por los terroristas, sobre todo por Al Qaeda y su difunto líder Osama Bin Laden. A partir de ahí, cualquier objetivo puede ser bueno para sus intereses y un claro ejemplo fue el 11-M en los trenes de Madrid. Se cumplen ahora 10 años de una tragedia colectiva para todos los españoles pero que ha sido utilizada políticamente por unos y por otros creando una profunda división que todavía no ha sido superada.

Más allá de oscuros intereses, lo que de verdad importa en esta ocasión es que la celebración del décimo aniversario del mayor atentado que ha sufrido España no provoque más daños en las víctimas y en sus familiares reavivando recuerdos muy dolorosos y traumáticos con heridas que no han cicatrizado todavía. Además, que sirva para restañar las divisiones políticas de una vez y para mantener la guardia alta porque los terroristas van a aprovechar cualquier descuido para golpear otra vez. No hay que alarmarse sin sentido, ni provocar una angustia innecesaria, pero sí ser conscientes de que,  por desgracia, sufrimos un terrorismo permanente y hay que estar alerta y disponer de los recursos necesarios para combatirlo.