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Susana y el sentido del poder

Susana y el sentido del poder

viernes 11 de abril de 2014, 18:35h
No es necesario acumular títulos universitarios, ni acumular másteres. El sentido del poder y de la autoridad es otra cosa. Tiene más que ver con el instinto, con la intuición y, sobre todo, con la conciencia de quién se es y en que momento se está. Susana Díaz, que en poco tiempo, se ha convertido en el "descubrimiento" socialista. No puede alardear de titulaciones universitarias, pero tampoco le están haciendo falta para tener claro que ella es la presidenta de un Gobierno, en este caso de coalición, y cuales son los límites en los que debe moverse.

Hablar de "límites" tiene su riesgo. En la actualidad esos "límites" que a fin de cuentas son los que de verdad garantizan una convivencia ordenada, carecen de prestigio y sin embargo hay que prestigiarlos. España no puede ser un país asambleario y no se puede sostener que la democracia está por encima de la ley. Si se estira el argumento podríamos llegar al abismo.

Susana Díaz ha recordado a IU que ella es la Presidenta y que el ejercicio del poder está condicionado y supeditado a sus propios límites derivados de la legalidad. Esto que es tan obvio, no parece tenerlo claro Izquierda Unida que reparte llaves a su libre albedrío porque "lo importante es la gente". Claro que lo importante es la gente. Toda la gente, la que ocupa un edificio y la que pacientemente se coloca en una lista de espera y se atiene a lo previsto en la ley.

Ha hecho bien la Presidenta de la Junta al hacer uso de su legítima autoridad para volver a la legalidad. Quedarse quieta es dar carta de naturaleza a una política, en este caso la de Izquierda Unida, que da toda la impresión de haber renunciado a ser un partido de poder. Sus posiciones maximalistas y bien populistas le alejan de que algún día pueda concitar la confianza mayoritaria de los ciudadanos españoles. Y sin mayoría no hay poder.

Cuando se escriben estas líneas nada se puede descartar. No creo que el deseo de Susana Díaz sea romper el Gobierno y, desde luego Izquierda Unida, hará lo indecible por no perder la posición obtenida en Andalucía pero, en todo caso, y sea cual sea el final de este profundo desencuentro, se ha producido un punto de inflexión, un antes y un después en una complicadas relaciones que como cualquier otra relación, solo podrá sobrevivir si se establecen rigurosos criterios de lealtad y legalidad. Un Gobierno, sea del signo que sea, es cualquier cosa menos una asamblea universitaria y con esto Susana Díaz ha demostrado que lo tiene bien claro. Si se callan la arrasan y ella tiene instinto de poder y de autoridad. Izquierda Unida debería pensárselo.
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