El neomarxismo de moda en USA, ¡Picketty!
domingo 11 de mayo de 2014, 13:21h
Me sorprendió, el pasado viernes, el
candidato de Ciudadanos Javier Nart, en el Forum Europa del Hotel Ritz, sus
afirmaciones filosóficas sobre las estructuras sociales de la India, China,
Europa y USA, con sus tres clases sociales, de las que una era los plutócratas
dedicados a la inversión y a la especulación, que habían pasado un 1% de la
población de tener el 6% de la riqueza a más del 20%, la masa media, y los
pobres de solemnidad que dependiendo de las áreas eran más o menos, entre el
20% y el 50%, lo que me pareció un tremendo avance de la desigualdad, similar a
lo que ocurrión con el desarrollo industrial del S. XIX que propició la
aparición de Karl Marx, Engels y en definitiva el comunismo, que en el Siglo XX
ha llevado a la tumba a millones de personas asesinadas para alcanzar una
igualdad que no se consiguió y que acabo con la caída del muro de Berlín, a
partir de lo que el capitalismo provocó un enorme crecimiento de las economías,
hasta que llegó la actual crisis. No sé que tendría esto que ver con las
elecciones europeas pero me pregunté de donde provenían esas extrañas ideas
neomarxistas, hasta que di, con un libro hoy de moda, en los USA "El Capital en
el Siglo XXI" obra del francés Thomas Picketty, apoyado por Krugman y por Joe
Stitglitz en una presentación el Graduate School de la City University en
Manhattan, donde cosechó un tremendo éxito.
Empecé a dudar
de que Picketty tuviera razón cuando Guy Sorman en un artículo de ABC de
hoy titulado "Es a Marx a quien
resucitan" dice: Piketty regala al lector miles de anécdotas y algunas
estadísticas para convencernos de la degeneración del capitalismo.
Desgraciadamente para su tesis, la historia no la confirma, porque el
capitalismo occidental desde hace dos siglos ha creado una inmensa clase media
KARL Marx tiene 43 años, es francés y acaba de publicar un
compendio de ochocientas páginas que ha sido radiografiado por Antonio Quero
diciendo : "¿Han sido los últimos
treinta años una pesadilla neoliberal de la que la crisis nos ha despertado y,
en cuanto la socialdemocracia recupere la iniciativa política, volveremos a la
época dorada de crecimiento y reducción de las desigualdades del Estado social
de mediados del siglo XX? Thomas Piketty responde negativamente. No es
pesimismo o una conjetura sobre la impotencia de la socialdemocracia, es el
resultado de un análisis pormenorizado sobre la evolución de la riqueza y las
desigualdades en los principales países desarrollados en los últimos doscientos
años. Los hechos son inapelables: el rendimiento del capital (r) ha sido
sorprendentemente estable históricamente, en torno al 5 %, mientras que la tasa
de crecimiento (g) ha oscilado entre el 1 y el 1,5 %. El crecimiento entre el 3
y el 5 % de las tres décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial es una
excepción. En estas condiciones, donde r>g, los patrimonios tienden a
acumularse a un ritmo mayor del efecto redistributivo del crecimiento por el
aumento de la producción y los salarios, generándose desigualdades crecientes
que, en los últimos años, han superado el pico de desigualdad que se produjo
justo antes de la Primera Guerra Mundial, cuando el stock de capital equivalía
a entre seis y ocho años de la renta nacional total. Hicieron falta dos guerras
mundiales y "el suicidio de los rentistas" entre las dos guerras (es decir,
vivieron por encima de sus posibilidades en el sentido de que el gasto anual
que les generaba su ritmo de vida era mayor que la renta que percibían de su
patrimonio) para redistribuir las cartas y empezar casi de cero.
Tras la Segunda Guerra Mundial, precedida
por la Gran Depresión y las políticas redistributivas que inspiró, el fuerte
crecimiento de las economías en reconstrucción y expansión y la agresiva
fiscalidad progresiva, con tipos marginales superiores de alrededor del 60-70 %
en Europa y del 80-90 % en Estados Unidos, así como el acceso generalizado a la
educación y los seguros por enfermedad, desempleo o vejez, aseguraron el acceso
de las masas trabajadoras a un pequeño patrimonio, convirtiéndolas en clases medias.
Si en 1913 un 10 % de la población acumulaba la práctica totalidad de la
riqueza nacional, en la actualidad ese 10 % sigue poseyendo la mayor parte,
pero ahora hay un 40 % que disfruta de un pequeño patrimonio, mientras que el
50 % restante cobra un sueldo o una prestación pero no acumula patrimonio y no
deja casi nada a sus herederos. Esa emergencia de una "clase media patrimonial"
es para Piketty la mayor transformación estructural del reparto de la riqueza
en los países desarrollados. Con la ralentización del crecimiento y las rebajas
fiscales de la revolución conservadora de los años 1980, la clase alta
patrimonial vuelve a emerger: el patrimonio del 10 % más rico crece
exponencialmente mientras que el del 1 % más rico lo hace estratosféricamente. La
perspectiva para el siglo XXI, una vez que las economías emergentes hayan
alcanzado la madurez y la población mundial se estabilice, es una tasa de
crecimiento del orden del 1 ó 1,5 %, mientras que el rendimiento del capital
seguirá en torno al 5 %. La implicación evidente es que el reparto de la
riqueza acentuaría su senda divergente hasta alcanzar cotas social y
democráticamente inaceptables.
El primer axioma que se derrumba a la luz
de los datos de Picketty es el de los rendimientos decrecientes de Ricardo, que
serviría a Marx, aplicándolo al capital, para predecir la crisis del
capitalismo por la caída de los rendimientos del capital a medida que éste se
acumula. Otro mito que se derrumba es la visión optimista de Kuznets de una
reducción de las desigualdades a medida que el desarrollo económico y humano
avanza. La pesadilla es que según Sorman, a cuya critica me adhiero, es que
como libro es mimético por su titulo con el de Marx, aunque Krugman le defiende,
diciendo que no se le puede calificar de marxista, pues sería equivalente a no
leerlo en los USA, además la aristocracia del dinero, en lugar de transmitirse
se ha renovado sistemáticamente, y además no se han hecho con el poder, porque
algunos acontecimientos como las guerras y la revoluciones tienen de
redistribuir las riquezas. Picketty no acaba de ser del todo marxista, pues nos
ofrece una redención terrenal para la reforma del capitalismo, un impuesto
confiscatorio mundial sobre el capital. Gracias a ello, los empresarios
seguirán creando riqueza sin ser nunca rentistas, lo que a mi juicio es una
barbaridad, porque si no se pudiera acumular capital, desaparecería el estimulo
a crearlo. Además está demostrado que cuando se es demasiado igual se tiende a
no tener estimulo para crear riqueza, como pasó en Escandinavia y en Gran
Bretaña en 1960. Además, se le olvida a Picketty la Innovación y la I+D+i .
Bill Gates es un ejemplo, Picketty cree que los humanos como lo hizo
Tocqueville estamos dispuestos a perder libertad a cambio de igualdad, lo que
es parcialmente cierto, pues como Hobbes pienso que "homo homini lupus" y no
como Rosseau que nacemos buenos y es las sociedad que nos malea. Lo siento por
Picketty y por Nart, pero no es cierto que cada vez haya más desigualdad,. Eso
si, hay bolsas de pobreza creadas porque los parados "sobran" y "sobran" porque
los salarios están regulados y subvencionados. ¡No puede nadie pretender que un
empresario, luche por su riqueza y no lo haga por la de los demás!. Es egoísta ¡logico!
BERNARDO RABASSA ASENJO es
PRESIDENTE DE CLUBS Y FUNDACIONES LIBERALES. COMMODORE OF IBERIA OF IYFR. MIEMBRO
ASOCIADO DE ALIANZA LIBERAL EUROPEA (ALDE), PREMIO 1812
PREMIO
CIUDADANO EUROPEO 2013 DE FORO EUROPA 2001
Presidente de clubs y fundaciones liberales. Miembro asociado de Alianza Liberal Europea (ALDE). Premio 1812 (2008). Premio Ciudadano Europeo 2013. Medalla al Mérito Cultural 2015. Psicólogo social. Embajador de Tabarnia. Presidente del partido político constitucionalista Despierta.
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