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Tres historias predecibles

Tres historias predecibles

lunes 09 de junio de 2014, 16:59h
Estas cosas pasan, y como pasan casi siempre, resultan de alguna forma predecibles. Hace unos días me atrevía a afirmar  que en la hipotética encuentra entre monarquía y republica, ganaría la monarquía. Y hay razones lógicas y frías para pensarlo así. Pues bien parece que hoy los datos de muchas y distintas encuestas avalan mi sospecha y hasta "El País" publicaba el domingo que  "una mayoría prefiere a Felipe VI que a un presidente republicano". 

Y eso pese a las siempre pintorescas declaraciones de Cayo Lara que cuestionaba en la SER nada menos que la legitimidad del Congreso -al que pertenece, claro-  con un argumento bastante pueril: la Cámara es legal, pero la legitimidad se gana día a día con una política concreta". Vale Cayo Lara, pues cada noche convocamos un referéndum para ver si la Cámara se ha ganado la legitimidad ese día o no. 

Y ya para terminar con lo que empezaba ("estas cosas pasan"), señalar el primer broncazo inevitable dentro de Podemos entre parte de las bases (ellos lo llaman "círculos") y los promotores de la cosa. Lo más curioso es que buena parte de esas bases acusaran de falta de democracia interna a quien pretende ser un partido en el que todo se decida mediante fastuosas asambleas informáticas; pero han empezado con mal pie: la decisión del comité de campaña  de anunciar unas elecciones internas para este jueves y viernes a través de Internet en las que elegir a un equipo de 25 personas para diseñar la asamblea fundacional que decidirá las estructuras y todo lo demás de Podemos a finales de otoño. Pero, además de la premura, Pablo Iglesias presentó su propia lista con los suyos y propuso que se tratase de una elección cerrada, de forma que la candidatura con más apoyos obtendría todos los puestos en el citado comité. Sin listas abiertas ni posibilidad de integración. Y parece que ni semejante idea ni tanta precipitación les cayó demasiado bien a parte de las bases. La solución de Monedero (el ideólogo) fue la típica: alertó del peligro de un "golpe de estado" dentro de Podemos manejado desde el exterior -siempre la misma historia- y acusó a algunos simpatizantes de pretender que el movimiento se convierta en la "izquierda de Izquierda Unida" hasta hacerlo irrelevante. Y aquí es cuando ya no entiendes nada: entonces Podemos ¿no está a la izquierda de IU? Y si no lo está, o no lo quiere estar, ¿por qué no se integra en esa izquierda plural?

Estas cosas pasan y los españoles que no salen a la calle ni con banderas nacionales ni republicanas -y que naturalmente son mayoría mas que absoluta- llegado el momento de la abdicación, vuelven a ver con simpatía la figura de Juan Carlos y desconfían de una tercera Republica porque los experimentos es mejor hacerlos con la gaseosa. Y al final, más allá de todo tipo de noticias puntuales, errores incomprensibles y teorías conspiratorias, Juan Carlos I parará a la historia no por matar un elefante sino por haber colaborado de forma fundamental a traer la democracia a España cuando antes de iniciarse el periodo constituyente tenía todo el poder -todo, y era mucho-- heredado del dictador. Y renunció porque tal vez no tenía más remedio, pero el caso es que renunció y el país salió adelante contra viento, marea, y no sólo ruido de sables sino sonidos de disparos en el Congreso. Esa es la realidad de estos años. 

A Felipe VI, cuando lo sea dentro de unos días, sólo tiene una reforma fundamental que hacer: poner techo de cristal a la Zarzuela y permitir que la Monarquía deje de ser un agujero negro y misterioso.  

a.aberasturi

- Especial: Todo sobre la abdicación del Rey
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