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Discurso a la gerontocracia española

Discurso a la gerontocracia española

jueves 19 de junio de 2014, 13:03h
Lo más patético han sido "los primeros ejecutivos". Empecemos por el presidente Rajoy, terrible verlo con paso acelerado tras los reyes. Me recordó al Conejo Blanco de Alicia que también llegaba tarde a la audiencia de la Reina de Corazones. Después, el pegote de haberlo colocado de tapadillo en el entarimado en un puesto que no estaba previsto y luego verlo acercándose con disimulo al entoldado (palio) como el que siempre quiere salir en la foto. Penoso; tan penoso como ver a los presidentes González, Aznar y Zapatero tan adustos, descolgados e indolentes entre ellos. El presidente Aznar no estaba nada cómodo y ni siquiera miraba a González ni mostró interés por escucharle cuando, al final de la ceremonia, le dirigió unas frases intrascendentes.
 
El discurso del rey, por otra parte, no colmó mis expectativas aunque sí trató los cuatro temas que yo esperaba oírle: más democracia, regeneración política, fin de la impunidad ante la ley y medio ambiente. Me habría gustado oírle palabras de mayor exigencia y apremio. ¿No es el Jefe del Estado por derecho de sangre? Pues podía haber dado un par de collejas a todos los que allí estaban escuchándole.
 
Yo, es sabido, no soy monárquico ni juancarlista ni felipista ni independentista ni partidario del sistema parlamentarista. A mí, que no me estorba lo negro, me gusta el sistema presidencialista, con un jefe de estado que es también jefe de gobierno y un parlamento bicameral en el que el Senado representa cabalmente a los territorios y el Congreso a la ciudadanía y ambos legislan y controlan el presupuesto del ejecutivo y del estado. Por supuesto, con libertad total de voto, sin indicaciones partidarias de obligado cumplimiento y siendo cada uno responsable ante sus votantes directos.
 
Lo más sorprendente en esta ceremonia, más allá de la extemporaneidad de un rey jefe del estado en el siglo XXI (podría ser un rey Embajador o incluso un rey Histórico y depender del ministerio de Asuntos Exteriores o del Ministerio de Cultura respectivamente) más sorprendente, digo, es que la edad media de senadores y diputados allí presentes, junto con los capitostes de Banca, Patronal y Sindicatos, rondaba los 67 años (en promedio porque allí había mucho septuagenario) y, con esas edades, cómo cuerno van a renovar nada si ni siquiera son conscientes de que ellos son el principal problema del atraso de España.
 
Ya nadie, fuera de los capitostes del bipartidismo, niega que España esté desfasada y mal preparada profesionalmente. Necesitamos que la generación de los Madina, Semper, Iglesias, Rivera tomen el relevo o lo del "nuevo rey" no va a ser más que palabras al viento perpetuando el statu quo: los problemas de los españoles no los soluciona un rey o un presidente, los solucionamos nosotros, la gente, coram populo y sin tapadillos ni conciliábulos. Tenemos que moverles la silla a los miembros del Ancianato Legislativo que llevan apalancados allí desde Arias Navarro; tenemos que ser nosotros, la gente, los que impulsemos los cambios que necesitamos y definamos quiénes deben dirigir, con qué tempo, hacia dónde y cómo.
 
Los miembros del Ancianato no van a cambiar nada porque les va bien así, apalancados en escaños, coches oficiales y restaurantes de lujo; alejados de nosotros y separados de la realidad dolorosa de los malnutridos o damnificados por la crisis que ya son legión.
 
Felipe VI ha dado el disparo de salida para la re-generación. A partir de este instante me resulta insensato y hasta irresponsable delegar mi soberanía mediante el voto en cualquier lista con más de 45 años de media en los diez primeros puestos. Las próximas Cortes tendrán la responsabilidad de presentar una Reforma Constitucional de profundo calado, tanto que deberán disolverse, definirse como constituyentes y seguir el proceso legal establecido. A partir de ahí, espero un país actualizado y, por tanto, moderno que meta en la cárcel a todos los sinvergüenzas que entre nosotros son legión. Y que devuelvan la pasta o mueran en el trullo.
 
Eso es lo que quiero y para eso lo mismo me da un rey que un presidente. Si Felipe VI auspicia todos estos cambios, bienvenido sea. Si no, lamentablemente los cambios los haremos desde la calle.

@manuelpascua
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