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Ciberpolítica

Ciberpolítica

Por Gabriel Elorriaga F.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
lunes 04 de agosto de 2014, 09:01h
La expansión de la tecnología digital en las comunicaciones ofrece, contradictoriamente, unos  mayores márgenes de libertad y autonomía personal y unas mayores capacidades de control de los  individuos por parte de poderes con superioridad electrónica. No es el mismo nivel el de un simple usuario del invento que el del profesional al servicio de los señores de las redes. Por ello, la capacidad de transformación que le atribuyen a la electrónica algunos teóricos es menor de lo que parece.En el plano político se produce una mayor facilidad de movilizaciones convocadas por las redes sociales que cuando se convocaban con octavillas de papel o llamadas telefónicas que pueden hacer más sorpresiva o más rápida una concentración de afines. Pero estas concentraciones no son relevantes si falta la multiplicación de su impacto por los medios convencionales. Tampoco tienen capacidad de permanencia si no existe una motivación ideológica o social previa con fuerza suficiente para mantener un ligamento de colectividad y no solo la coincidencia ocasional de una muchedumbre. Es ingenuo, por ejemplo, que aquella mal llamada "primavera árabe" fue fruto de la comunicación digital y no de una base fundamentalista ancestral que las convocatorias solo contribuyeron a aflorar. 

La guerra, el terrorismo o los nacionalismos son los mismos conflictos de siempre aunque utilicen instrumentos distintos. Cambian las armas pero no cambian las personas.La misma perversidad de los conflictos se produce derribando un avión de pasajeros con un misil que hundiendo un submarino a un barco neutral con un torpedo. Igual se puede mentir en un "blog" personal que en un libelo. La llamada blogosfera es tan gaseosa como lo era la "chismoesfera" y como aquella está cargada de contenidos autistas o narcisistas que no producen tendencias comunitarias sino intercambios de subjetividades. El periodismo digital está más cerca del periodismo tradicional que la blogosfera y esta, pese a su apariencia autónoma, es en gran parte subsidiaria de las noticias, artículos y entrevistas procedentes de las empresas informativas con capacidad y solvencia editorial. Las redes sociales son más para el intercambio de cromos, los contactos de aficionados o las ofertas mercantiles, cambiando el diseño comunicativo pero no sus contenidos. La historia la cambian las ideas, no las 
herramientas.Los cínicos "webs" de Putin como elemento informativo en torno a la tragedia aérea de Ucrania no es sino un formato de comunicación que no añade nada a lo que sería un comunicado radiofónico de la oficina del presidente ruso. 

De hecho son muchísimos más millones de radioyentes los que han conocido inmediatamente el contenido traducido de los mensajes por el sencillo medio radiofónico, sin necesidad de conectarse con el "web" de Putin. La capacidad interactiva de respuesta es una ficción en dimensiones informativas multimillonarias ya que solo se producirá autentico diálogo con interlocutores selectivos y no con millones de internautas. La continua multiplicación de los "blogs" no contribuye a formar una sociedad informativa sino una proliferación laberíntica de mensajes cuya importancia solo cobra cuerpo a través de una valoración periodística que destaque el hecho informativo por su difusión preferente a través de medios profesionales. Solo se consiguen "memes" sobre asuntos compartidos que llegan a ser populares entre los internautas durante unos días.Tampoco es cierto que la electrónica favorezca la igualdad de la ciudadanía. Desde un principio se detectó una brecha sociológica entre los sectores con más habilidad para aprovechar todas las ventajas de la tecnología y otros que se mantenían al margen. Inicialmente se atribuyó la brecha a razones de edad. Había generaciones veteranas que no se acoplaban fácilmente a los nuevos instrumentos y otras generaciones jóvenes, electrónicamente "nativas", que los manejaban con destreza instintiva, creando un nuevo tipo de desigualdad entre sectores de ciudadanía. 

Pero ya han pasado demasiados años para dar como válido este elemental análisis Y sigue habiendo en la humanidad personas que nunca estarán inmersas en la tecnología más avanzada, sea por razones económicas, por vivir en territorios con escaso desarrollo o precaria cobertura o, sencillamente, por una alergia sicológica a las relaciones sin presencia física o a los documentos sin soporte palpable. Esa gran brecha de límites imprecisos, provoca la tentación al abuso de la mejor información y contactos de unos sectores para manipular a otros, al igual que, en otros tiempos, los poseedores de medios de comunicación manipulaban las opiniones de los sujetos pasivos o como, por ejemplo, los dirigentes del sindicalismo industrial, con colectivos concentrados por razones de trabajo hicieron predominar a los trabajadores urbanos sobre los más desconectados trabajadores del campo. En resumen, la estrategia leninista. La existencia de una especie de analfabetismo digital hace posible la manipulación o la exclusión de la misma manera que el analfabetismo de letras lo hacía en otros tiempos. La electrónica, por si misma, no es un factor de democratización superior al conseguido con el igualitarismo clásico de un hombre un voto o de la ley de la mayoría controlada por los sistemas de votación e información pluralista y sus cauces de representación. Es un espejismo suponer que la desafección política pueda ser sustituida por un individualismo comunicativo contradictorio de interrelaciones electrónicas que sustituyan a la convivencia en colectivos estables con afinidades ideológicas o sociales de profundas raíces. 

El activismo efímero estimulado por la transmisión tecnológica de consignas elementales es, bajo su apariencia progresiva, un método reaccionario. Es la tentación de todos los tiempos a sustituir el razonamiento por la propaganda. Es el sueño maligno de dinamitar la democracia liberal representativa para caer en el totalitarismo de las movilizaciones de muchedumbres acríticas con mensajes populistas en los que los "blogs" personales son arrollados por los nuevos manipuladores del pastoreo digital. Los viejos profesionales de la cartelería son ahora los apóstoles de la ciberpolítica donde la repetición de consignas pretende sustituir a la sensibilidad de una ciudadanía madura.

Gabriel Elorriaga F.

Ex diputado y ex senador

Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.

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