Esperanza Aguirre en la salsa de Sol

Para el común la Navidad empieza cuando los niños del colegio de San Ildefonso, (esos tenores de pantalón corto), le quitan el frío a la mañana con premios y números. Para los que nos dedicamos al oficio de contar Madrid, (apasionante relato interminable), la Navidad empieza cuando Esperanza Aguirre convoca la cena de periodistas en la Puerta del Sol, reunión que cada año aumenta en número de invitados y que va camino de llenar el Palacio de Congresos porque todo el mundo quiere ir “a la fiesta de Espe”.

Rara vez tiene uno la ocasión de ver a un político en su estado natural, en la salsa de sol. Allí está la presidenta regional en su mejor momento, agradable, cercana y divertida cuando Pedro Blasco le entregó un ejemplar de su biografía con las páginas en blanco y el deseo de que esta vez no se la escriba Drake, (para su mejor final).

Cena de editores, redactores, becarios, políticos, plumillas y gente del oficio.
Tan ancha estaba Esperanza Aguirre que da la impresión de que el año que viene quiere repetir cena, (incluso si fuera descabalgada en las urnas acudiría en calidad de redactora de “Caña y sedal, revista de pescadores de truchas”). Hay en la presidenta de la Comunidad una vocación de cronista.

La responsable de esta “pax romana” es la directora general de medios, Isabel Gallego, que por una noche consigue la unión de los presentes. Mañana será otro día y volveremos a la letra amarga de la actualidad, pero la noche del 21-D en la Puerta del Sol fue la noche de aquel año. Sólo la discreción me impide contar el dancing posterior a la cena, donde Lamela le echó más valor que arte para bailar las canciones del pop español. Eso merece un libro con prólogo de Alaska y los Pegamoides.