lunes 06 de octubre de 2014, 09:52h
El
mes de septiembre de 1925 tuvo lugar el desembarco de Alhucemas, que fue una
acción combinada de fuerzas aéreas, navales y terrestres, con cooperación
hispano-francesa, que se convertiría en un clásico de la historia militar y que
sería estudiado con especial interés antes del desembarco de Normandía que se
ha conmemorado este año. Fue una acción que dio lugar a la anhelada paz en
Marruecos, recordada con una medalla a la que tienen derecho, cosa curiosa,
"para sí y sus inmediatos descendientes", todos los que hayan tomado parte en
aquellas operaciones, según Real Decreto de 21 de noviembre de 1927, entre los
que me encuentro yo mismo, ya que mi padre navegaba en aquella ocasión en el
crucero "Reina Victoria Eugenia". Como han pasado ochenta y nueve años desde
aquel desembarco, ya debemos de ser pocos los de la famosa medalla hereditaria.
Es
interesante recordar en estos tiempos en que existen extremistas musulmanes que
organizan "califatos" por cuenta propia, el porqué se dio tanta trascendencia
histórica a aquella operación pacificadora. Una opinión deformada por el
desconocimiento y abonada por interpretaciones torticeras puede pensar
superficialmente que aquella operación fue un capricho colonialista y un enfrentamiento
con Marruecos. Pero el desembarco de Alhucemas no fue eso sino una operación
coordinada hispano-francesa que se pudo llevar a la práctica cuando los
franceses también se vieron atacados por un tal Abd el-Krim, rebelde
republicano que aspiraba a sustituir al Sultán, el antepasado de los actuales
reyes de Marruecos, apoderándose de la capital espiritual, Fez, y amagando con
atacar a Rabat y Casablanca. Abd el-Krim era un separatista republicano
que aspiraba a establecer un estado independiente de Marruecos en el Rif,
desestabilizando el flanco sur de Europa con un régimen que, sabiendo como
sabemos hoy cual es la deriva de estas "primaveras" contra las monarquías islámicas
tradicionales, hubiese conducido a
situaciones radicales y peligrosas en la costa que tenemos enfrente. Se
trataba de un líder cuyas ambiciones y contactos en aquellos tiempos eran
precursores de los extremismos que vemos hoy actuar en otras zonas del mundo
islámico. Abd el-Krim murió exiliado en Egipto, manteniendo su delirio
separatista. "España -como se dice en el dorso de la mencionada medalla-
siempre dispuesta a toda empresa de civilización universal, contribuyó a la de
Marruecos con la sangre preciada de sus hijos y con el oro de sus arcas".
Ese
perverso foco rifeño hubiese podido complicar la estabilidad en el flanco sur
de Europa de tal forma que la historia hubiese sido, probablemente, mucho peor
y más complicada para España y también para Francia, como lo comprendió en aquellos
tiempos el presidente Arístide Briand. Entonces no había OTAN ni Estados Unidos
extendía su sombra, hoy relativamente protectora, sobre el mundo occidental.
Cada cual se las tenía que arreglar como pudiera y a España y Francia le
sirvieron los cañones de sus barcos de guerra y los aviones de aquel portaviones
que se llamaba "Dédalo", antecedente de un famoso portahelicópteros posterior,
para apoyar a unas tropas que impidieron que Abd el-Krim, con algunos
renegados europeos y armamento traficado inmoralmente, como hoy sucede en el
"Estado Islámico", cumpliese su delirio fanático de sustituir al Sultán de
Marruecos en el rito del primer cordero.
Es
conveniente reflexionar sobre aquella situación para mejor comprender lo que
pasa hoy y tener en cuenta la sabia sentencia del que fue director de la Real
Academia de la Historia, Gonzalo Anes: "El fanatismo es una de las
continuidades de la historia acrecentado con el tiempo en cuanto a la eficacia
de su acción". Hay presuntos Estados mal nacidos, como el asesino "califato",
que no son interlocutores políticos sino amenazas peligrosas contra la paz y la
tranquilidad de los pueblos y de las personas. Alhucemas no fue una anécdota
militar sino una ejemplar acción de defensa en favor de tres realidades
políticas que, por ahora, siguen siendo referencias sólidas: Marruecos, Francia
y España.
Sabemos
que no es plato de gusto hacer la guerra pero Alhucemas, desde hace casi
noventa años, hizo la paz en el flanco sur de Europa. No bastó con bombardear,
que se hizo, sino que hubo que echar pie a tierra contra una facción que, como
el llamado Estado Islámico, pretendió establecer una falsa república a la
manera de "Califato", en la zona del Estrecho. Una lección de actualidad de lo
que hay que hacer en ciertos casos y que puede resumirse en aquel refrán que
dice: Si hay que ir se va.
Ex diputado y ex senador
Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
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