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Gracias, Teresa Romero

Gracias, Teresa Romero

viernes 10 de octubre de 2014, 15:54h
¿Es que nadie va a agradecer a Teresa Romero su valentía y su profesionalidad, su espíritu solidario, al implicarse voluntariamente en la asistencia al  religioso Manuel García Viejo repatriado cuando estaba gravemente enfermo de ébola? Yo sí y me gustaría que muchos ciudadanos movilizáramos la conciencia popular contra tanto desatino que ha rodeado al ingreso en el hospital, gravemente infectada, de la auxiliar de enfermería. Me gustaría que algún día Teresa supiera, y desde ya toda su familia, que muchos ciudadanos valoramos y aplaudimos  su trabajo llevado hasta el máxima riesgo, poniendo en peligro su propia vida, para ayudar a un enfermo. Me gustaría, por ejemplo, escuchar el agradecimiento a la auxiliar de enfermería de los Hermanos de Juan de Dios, orden a la que pertenecían los dos religiosos repatriados y fallecidos. 

Quisiera que los sanitarios que lucharon de una manera u otra por salvarles la vida estuvieran rodeados de admiración, agradecimiento  y  cariño. Y deben saber que a muchos nos produce asco y absoluta repulsa no ya las declaraciones, sino los pensamientos que hay detrás de las palabras, del impresentable consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Javier Fernández

Lo peor no es que llame mentirosa a una persona que ha arriesgado su  vida por  ayudar a paliar el dolor  a una persona al borde de la muerte o que insulte a los sanitarios con esa "gracieta" de que no hace falta un master para ponerse el traje de seguridad. Lo más grave es que está convencido de que lo que ha fallado no es el protocolo de supuesta máxima seguridad aplicado en esta crisis del ébola, sino la auxiliar de enfermería que no se había enterado bien de cómo aplicarlo. Este individuo debería ser expulsado de por vida de cualquier responsabilidad política por inútil e inmoral. Extiendo mi asco personal a la estulticia del académico Pérez Reverte, pidiendo sacrificar a Ana Mato en vez de al perro Escalibur. 

Y soy de los que estamos absolutamente seguros de la incompetencia de la actual ministra de Sanidad para asumir la cartera ministerial y cualquier crisis sanitaria. Y no me olvido de sentir vergüenza por el morbo de tantos medios de comunicación preocupados por las actividades privadas de Teresa Romero en los días anteriores a que se le declarara la enfermedad. Hay que empezar también a pedir responsabilidades al Gobierno y al ejecutivo madrileño incapaces durante muchos días de gestionar una crisis sanitaria y humana de estas características. Parece que ahora empiezan a reaccionar quizás por un cambio mental elemental: la culpa del primer contagio en Europa por ébola no la tiene Teresa Romero sino unos protocolos de seguridad y unos medios materiales que no han sido suficientes y no han funcionado bien. Los dos gobiernos se han tomado mucho tiempo en reaccionar y deben responder ante los ciudadanos por ello. Ni Rajoy ni Ignacio González pintan nada visitando el hospital para hacerse la foto. Donde tenían que haber estado hace ya muchos días era al frente de la crisis, impidiendo los desaguisados de sus subordinados a los que tienen encomendada la sanidad. Sin quererlo están contribuyendo a que crezca esa corriente popular que como un run-run empieza a clamar contra la decisión que permitió la repatriación de los religiosos españoles tan gravemente enfermos. La solución nunca es la insolidaridad. Traerlos, al parecer, es lo único que hicieron bien.
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