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Ahora atacan al mensajero

Ahora atacan al mensajero

domingo 07 de diciembre de 2014, 11:02h
Sí, quiero salir en defensa de Sergio Martín, director del Canal 24 Horas, atacado en estos momentos con dureza sin igual por uno de los sindicatos que operan en RTVE. Sí, soy uno de los ocasionales tertulianos -dos veces al mes voy por allí-del canal, no colocado por Sergio, ni por su estupenda antecesora, Ana Ibáñez, ni por el antecesor de la antecesora, mi amigo Xavi Fortes, ni por el antecesor del antecesor...Supongo que ahí estoy, ahora con menos frecuencia que antes, y que otras veces no he estado, porque las cosas son así: no me hablen de enchufes, ni de peloteo: creo llevar suficiente tiempo en esta profesión como para situarme por encima de alfilerazos y bajezas. Por mi parte, me siento cómodo en ese programa, prestigioso y prestigiado por noches de intenso debate, de entrevistas sin maquillaje. He dicho siempre allí lo-que-me-ha-dado-la-gana y con Sergio Martín las cosas no han sido diferentes.

Sabía, desde tiempo atrás, del deseo del director del Canal 24 Horas por llevar a Pablo Iglesias al programa. No ha sido, contra lo que dijo el propio Iglesias, una especie de imposición de los trabajadores de la 'casa' frente a los deseos de la 'casta'. Estuvo allí el entrevistado mucho más tiempo de lo que suelen estar los representantes de otras formaciones políticas. Y los tertulianos que le hicieron preguntas no eran, contra lo que sugieren algunas hojas sindicales, unos especialmente elegidos por su afinidad con la dirección de la 'casa', sino los habituales de los viernes. Quizá unas preguntas fueron más afortunadas que otras, quizá algún tono más desabrido que otro, pero eso, señores, está en los papeles de la libertad de expresión: yo le pregunto a usted lo que me parece bien, aunque me equivoque, y usted me contesta lo que quiere, aunque yerre.

Me contaron luego dos participantes los entresijos del programa, dominado por una tensión que jamás provocaron, hasta ahora, los entrevistados (ni los entrevistadores): el clima siempre había sido bueno, preguntase lo que preguntase Sergio, preguntásemos lo que preguntásemos los tertulianos. No es posible, simplemente no es posible, desarrollar una tarea periodística bajo la presión que algunos quieren ejercer sobre quienes hacen los programas informativos, tengan la tendencia que tengan. Y no quiero referirme ya a las campañas que se montan, perfectamente organizadas, en las redes sociales.

Prefiero un programa bajo la sonrisa inteligente que con gestos hoscos y enfrentamientos desabridos: eso ni mejora la calidad del programa, ni la de la entrevista en cuestión, ni la de la libertad de expresión.

Siento el mayor de los respetos profesionales hacia Sergio Martín, y sospecho que esta defensa me traerá más problemas -que no busco-que ventajas -que tampoco busco--. Simplemente, reivindico mi derecho a ejercer el periodismo en libertad, y también el suyo, aunque sea en una casa en la que, entre unas razones y otras, el clima puede llegar a ser asfixiante. Y no es eso lo que los periodistas que trabajan allí, o los que esporádicamente colaboramos allí, quieren, queremos, o necesitan, necesitamos.

Véase que no entro aún en el fondo de la cuestión, por qué allí Pablo Iglesias y no en otros programas -él quiso aplazar su presencia en los desayunos, y estaba en su perfecto derecho--, o la, a mi modo de ver, discutible postura del líder de Podemos frente a los medios de comunicación, públicos y privados. Siento respeto por Podemos, una formación con un millón trescientos mil votos constatados en las urnas -otra cosa es lo que luego mejoren las encuestas las perspectivas-y, por eso mismo, espero que no se equivoquen más de lo que lo están haciendo, contribuyendo, de paso, a crear un marco revanchista en el seno de mi propia, ya bastante zarandeada, profesión, y en el conjunto de la sociedad. Es obvio que yo no les votaré, en principio y a menos que cambien mucho las cosas, y ya sé que yo tampoco les gusto a ellos (no me han dado ni una oportunidad informativa); pero creo que Podemos es un revulsivo necesario, un factor para acelerar que otras fuerzas promuevan cambios. Hasta ahí: no les quiero gobernando, porque me parece, la verdad, que serían un desastre.

Pero ahora no es esa la materia a tratar. Claro que me hubiera encantado ser uno de los entrevistadores de la noche del viernes. Pero temo que, hubiera hecho lo que hubiera hecho, me hubiera caído encima el mismo tiroteo que les ha caído a mis compañeros, hayan preguntado mejor o peor, me caigan a mí mejor o peor. En determinados medios, ya no se sabe si la presión viene de los despachos o de los pasillos. O de los propios protagonistas políticos, a los que el victimismo les resulta bastante rentable. Iglesias cree que puede ser entrevistado, líder político y tertuliano en régimen de igualdad con quienes le preguntan. Y eso, señor Iglesias, usted ya no puede hacerlo. Son, como usted mismo dice, otros tiempos. Y, claro, ya no puede uno refugiarse exclusivamente en medios amigos, donde, por cierto, una entrevistadora también le ganó a usted la partida: ¿se pueden hacer cosas en las privadas que no se pueden en las públicas?.

Hoy he visto en una encuesta que Podemos retrocede algo en expectativa de voto. No me extraña, y me parece hasta lógico: no por lo que hayan hecho o dejado de hacer los Errejón -hemos exagerado no poco este episodio-de turno. Ni porque nos hayamos inventado no pocas maldades para echárselas encima a esta formación-milagro, capaz de colocarse a la cabeza del cartel electoral sin programa, con ideas cambiantes y con líderes no consolidados. Es que yo pienso que Podemos tiene que ocupar el sitio que le corresponde en el abanico partidario, y que acaso ya ha cumplido su papel de patada en las espinillas carcomidas de -está bien, lo acepto-'la casta'. Ahora, sin duda va a redimensionarse, a pasar por el aro normativo que les toca a los demás, a tener que aceptar preguntas incómodas, molestas o, si usted quiere, hasta inconvenientes o desafortunadas. Pero así es la cosa, y no va a ser fácil, ni es deseable, hacer tabla  rasa con todo lo existente, ni con el 'corsé del 78' que a muchos nos gustaría reformar, pero no derribar: costó mucho llegar hasta donde llegamos.

Por lo demás, Sergio, si me estás leyendo, adelante. El papel es difícil, pero como decía Goethe, a las estrellas se llega a través del camino áspero. Que es el que trazan los que observan pero nunca hacen, los que atacan pero jamás empujan el carro, los críticos que jamás escribieron obra alguna, los censores sin remedio.  Puede que todos ellos sean precisos para mantener un equilibrio social y hasta moral, pero no por ello hay que apresurarse a tirar toallas.
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