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Eso, ¿qué nos ha pasado...?

Eso, ¿qué nos ha pasado...?

miércoles 11 de febrero de 2015, 14:57h
El Partido Socialista va a tener que hacer una larga travesía del desierto y es posible que no encuentre fácilmente oasis donde hacer una parada. Va a ser duro, muy duro. Pero lo será más si no se centra. El problema de la izquierda en Europa es muy profundo porque ha cambiado el mundo, la sociedad, la vida y casi todos los partidos socialistas mantienen sus viejas señas de identidad. Un día dicen una cosa y al siguiente, la contraria. La izquierda se descompone y su descomposición provoca la aparición de pseudopartidos de ideología confusa, pero llamativa. No hay liderazgos sólidos, pero, sobre todo, da la impresión de que no hay nadie detrás de la pared, dando forma a la nueva ideología socialista que les devuelva su identidad. Una identidad moderna, que abandone todos los anclajes con una sociedad que ya no existe, pero una identidad de izquierdas.

En ese marasmo, cobra pleno sentido la pregunta de Eduardo Madina, en silencio desde su fracaso en las primarias: "¿qué nos ha pasado para avalar la aplicación de la cadena perpetua?". Y es que no se entiende que el PSOE, por mucho sentido de Estado que le queramos poner, puede avalar la eufemísticamente llamada "prisión permanente revisable", por mucho que diga -o, además, por eso- que si llega al poder la suprimirá. Es imposible de justificar. Cuando la izquierda renuncia a principios de defensa de derechos fundamentales no es de extrañar que sus votantes se vayan a casa o busquen otro lugar donde depositar sus votos o su confianza. El problema es que no lo hay, porque lo de Izquierda Unida es de aurora boreal y lo de Podemos, de juzgado de guardia. Y España necesita una izquierda moderna, no demagógica ni oportunista, capaz de gobernar para todos los ciudadanos, con sentido de Estado, con capacidad para modernizar muchas estructuras, pero que no renuncie a la defensa de los derechos fundamentales ni los esconda entre falsas excusas. 

Pero no es sólo el PSOE ni la izquierda. ¿Qué nos está pasando para que casi el 70 por ciento de los ciudadanos -Metroscopia, El País, 9 de febrero de 2015- la avale y la defienda? Y que la apoyen un cincuenta por ciento de los votantes del PSOE, un 52 por ciento de Podemos o un 42 por ciento de Izquierda Unida. ¿De izquierdas, de verdad?¡Anda ya! Los españoles, de derechas y de izquierdas, han decidido tirar a la basura el artículo 25 de la Constitución, que proclama que "las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y la reinserción social". Como no somos capaces de hacerlo -en buena medida, ni se intenta-, decidimos dejarles en la cárcel para siempre.    

Una sociedad que apoya la cadena perpetua, las mal llamadas "devoluciones en caliente" o la merma de los derechos de los más desfavorecidos acaba en manos de los populistas y ni es moderna ni progresista ni defiende los derechos humanos. Izquierda, sí, pero de verdad. Pactos de Estado, también, pero no contra los derechos humanos.       

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