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Serenidad, por favor

Serenidad, por favor

miércoles 11 de febrero de 2015, 20:45h
Menudo miércoles este de febrero que se nos ha ido. Los nervios están a flor de piel, y hasta un grupo de militantes ha irrumpido en la sede federal del PSOE en Ferraz para repartir algunos puñetazos. La situación en IU de Madrid es explosiva, pero en el PSOE madrileño (y es de temer que ya no solamente en el madrileño) empieza a resultar trágica. En el PP siguen a la busca 'digital' de un candidato, en Ciudadanos parecen que no acaban de encontrar la figura 'de peso' suficiente que arrastre votos en la capital, en UPyD saben que carecen de candidatos de entidad...Esto, señores, es Madrid, la Comunidad que evidencia el caos en el que parece vivir nuestra vida política, antes tan sesteante. Ya ha logrado la capital desbancar a Cataluña en cuanto a inestabilidad. 

Resulta urgente recuperar la serenidad. Es difícil, cuando se asiste a una rueda de prensa tan histriónica como la protagonizada por un indignado Tomás Gómez, que nunca ha sido, por lo demás, un  maestro en el arte florentino de controlar las formas. Su situación era insostenible, y Pedro Sánchez, en plan regeneracionista, prefirió ponerse una vez colorado que cien veces amarillo...aunque sin calibrar, seguramente, la tremenda reacción de quien ya es su enemigo acérrimo en el PSOE. Salvo milagros, el PSOE acaba de perder toda posibilidad en Madrid, y el rostro desencajado del candidato al Ayuntamiento, el muy estimable Antonio Carmona, así lo evidenciaba. Se hacen necesarios dos recambios urgentes, en las candidaturas para la Comunidad y para el Ayuntamiento, una renovación total en el siempre inquieto Partido Socialista de Madrid: ¿hay figuras lo suficientemente creíbles, lo bastante conciladoras?

Es obvio que Sánchez no lo ha hecho bien: era una operación delicadísima esta de apartar nada menos que de la candidatura a la presidencia de la Comunidad madrileña a un Tomás Gómez acosado por el riesgo de una imputación judicial. Le han fallado la 'temibilitá', la autoridad y puede que la mano izquierda. Tomás Gómez es hombre sanguíneo, sin la menor idea de la comunicación. No tiene ningún futuro político, por mucho que se aferre, desafiante, al despacho. Pero ¿lo tiene Pedro Sánchez?

Sin duda, más que Gómez. No le hemos escuchado reacción alguna a los desafíos del hasta ahora secretario general de Madrid y candidato a la Puerta del Sol. Tampoco a la 'lideresa' Susana Díaz, que no podría recibir peores noticias, ahora que está embarcada en su campaña electoral, que esta grieta tremenda en el PSOE.  No le queda otro remedio, como a la mayoría de los 'barones', que apoyar a Sánchez, que apenas el martes coincidía con Gómez en un multitudinario desayuno de apoyo a Carmona, en medio de una tensión relativa, que no hacía presagiar un tan inmediato y brusco desenlace. ¿Qué ha ocurrido en estas horas?

Sin duda, la historia completa de este lamentable 'affaire' está aún por escribir. Este jueves, Sánchez tendrá que comparecer ante los informadores en Bruselas, y algunos de sus ejecutivos respetarán sus citas previas con los medios informativos. ¿Qué dirán? Posiblemente, ni ellos mismos lo sepan con certeza: el golpe les ha pillado con el paso cambiado.

Tremendo el desplome de la estructura partidaria en España, donde empieza a vislumbrarse una situación indeseable de casi monopartido: el PP es la única formación estable dentro de su inestabilidad. Un monopartido salpimentado por la irrupción de Podemos, que nadie sabe bien ni lo que es ni dónde y cómo acabará. Hagan juego, señores, que esto se está instalando en el desmadre, ganancia de pescadores en río revuelto y auge de oportunistas y demagogos.
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