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Debates, ¿para qué os quiero?

Debates, ¿para qué os quiero?

miércoles 25 de febrero de 2015, 14:35h
Un debate de los de dentro para los de dentro, ¿alguien les ha dicho que hay gente fuera esperando algo?.  Existe por primera vez en nuestro país una situación anómala. El partido que se sitúa entre el primer y segundo lugar en intención de voto, no está representado en el  Congreso y por tanto no participa en el debate sobre el estado de la nación. Ausencia notable y que la hace más evidente la participación de los dos principales líderes políticos, con su falta de compromiso y esfuerzo para entender a eso que llaman Nación y que aún no se han enterado de quienes la forman.
Un debate más que descafeinado y electoralista porque el presidente que se siente más cómodo en sede parlamentaria que en ruedas de presea, se ve protegido por los suyos, ayer le aplaudieron incluso antes de pronunciar su primer palabra. Y un Sánchez que con la desafección que existe en la sociedad con la clase dirigente, no aprovecha su frescura, su juventud, su dialéctica para desmarcarse de lo rancio y ofrecerse como alternativa. Quizá nos encontramos en el momento, en consonancia con el que se produjo justo después de la muerte de Franco, donde los españoles se interesan más por los asuntos políticos y quieren hechos, no palabras. Una oportunidad para aquellos que sepan verlo. Y eso que Pedro Sánchez estuvo días previos al debate preparándolo con el experto y creador de estos debates Felipe González.

Creo que todavía no se han enterado de lo que va esto. Se lo cuento yo, y además lo hago con todo el respeto del mundo. Esto, señorías, va de dejar de ser eso, señorías y señoritos ajenos a realidades y remar en una misma dirección. De la verdadera importancia de este tipo de encuentros que son finalmente desencuentros que poco o ningún valor tienen a la ciudadanía. El debate se convierte en un espacio de tiempo y lugar donde los políticos "juegan" a distanciarse más los unos de los otros, a desairarse y desprestigiarse en un lugar de formar frentes comunes y toma de decisiones en favor de esa nación que desoyen.

Nunca jamás fueron tan protagonistas personajes que no estuvieron físicamente en el hemiciclo. Ese fue el caso del señor Bárcenas que mientras este debate se producía, el extesorero del PP esquiaba tranquilamente en la lujosa estación de esquí de Baqueira. Y el señor Iglesias y el señor Rivera que aprovechan su momento para posicionar sus posturas desde el otro lado de los muros del Congreso. Dos líderes emergentes de distinto origen pero mismo objetivo. Ambos jóvenes y duchos en la palabra que han sabido captar lo que demanda la sociedad y trabajar para ello. Considero que a día de hoy, cualquier acción dentro del Parlamento distancia aún más al bipartidismo de la realidad. Parece que aún no se han enterado que lo que ha cansado a la ciudadanía ya no es ni el paro, ni ETA- como volvieron a sacar los trasnochados del PNV y Amaiur-, lo que verdaderamente ha eclosionado, causando previsiblemente víctimas políticas, es la corrupción, la impunidad, la ausencia de reconocimiento, la responsabilidades y la falta de autocrítica. Lo dice muy bien el director de este medio, Fernando Jauregui,  buen conocedor de sede parlamentaria: "El debate sobre el estado de la nación nunca ha representado, naturalmente, a la totalidad de la nación. Pero acaso nunca la representó menos que este año". Ayer sólo se habló durante dos minutos por parte los principales líderes sobre corrupción.

Esa palabra que da miedo a los propietarios del bipartidismo, esa palabra que significa el cáncer político y la posterior gangrena, pero de amputar ni hablamos. Y la gente, los electores, todos nosotros, no pedimos más que se asuman esas responsabilidades y que si no hay nada que ocultar se ampute, se distancia y así, de esa manera, volveremos a creer. Porque si no, queridos parlamentarios, si siguen con: "Y tú más" seréis cada vez menos. Ambos.
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