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El libre mercado de la democracia

El libre mercado de la democracia

lunes 02 de marzo de 2015, 14:41h
En un año en el que se van a repetir hasta cinco escenarios electorales es quizá el momento de abrir el mercado de las posibilidades políticas, y poder ver así el panorama político que puede quedar como resultante ante tanta batalla entre los de siempre y los "nuevos", los intrusos inesperados: Podemos y Ciudadanos.


Se trata por tanto de una oportunidad tanto para los candidatos como para el electorado, a la hora de poder elegir y exigir, la doble EE que todo buen elector (EEE) debe tener en mente. Se acabó ya aquello de A o B (los X, Y  y Z) estaban muy lejos en la escalera de las opciones. Ahora hay C y D.


El bipartidismo está herido de gravedad, la ciudadanía se encuentra carente de confianza en los líderes políticos. La corrupción ha llevado a la desafección con la clase política. Si bien antes, la política formaba parte de un universo paralelo a la sociedad, por el que una escasa parte de la población se interesaba, ahora, los interminables casos de corrupción han contribuido a generar- por fin- un aumento del interés. Este nuevo panorama ha abierto la puerta principal del juego democrático a nuevas formaciones que dan el salto a la escena política, y a tenor de las encuestas en este año electoral, lo hacen por la puerta grande y para quedarse.


En el caso de Podemos, se produce tras un encauzamiento del movimiento 15M, dotando a aquella agitación social y de carácter inconformista, una respuesta política. El 15M no es Podemos, pero sí que la formación morada surge como necesidad a unas inquietudes que estaban en la calle. Un fugaz nacimiento que en poco más de un año de vida le sitúa como segunda fuerza en intención de voto. Un comienzo tan avasallador como desconcertante para analistas y electores. Un planteamiento de formación encabezado por Pablo Iglesias,  una figura joven y mediática, construida a base de tertulias y rifirrafes televisivos, y con un pulmón estudiantil detrás. Un fenómeno social y político que en su mismo éxito lleva su cruz, la falta de credibilidad en lo desconocido. Los casos de falta de transparencia del número 3 del partido, el señor Monedero, han socavado en parte la credibilidad de la formación.


Por otro lado, se ha producido un interesante auge de otra fuerza política, casi tan joven, tanto en el nacimiento de su formación como en la de su líder, que está sabiendo tomar el pulso a la calle, a los electores, con un lenguaje poco trasnochado, con inquietudes, novedades, y posicionándose como alternativa real.  Ciudadanos, es esa cuarta formación, segunda en auge exponencial, que está logrando situarse dentro del panorama político nacional a base de un trabajo constante, convincente y ciudadano. La clave la lleva en su nombre. No es un verbo, no es una acción, no es una ideología, no es un partido, se trata de un nombre en plural, un sustantivo que habla de todos y para todos: Ciudadanos.


Ambos ejemplos han cruzados ya la frontera del interés en sus tres estadios.


El primero:  El cuarto poder, el mediático, el de los medios de comunicación que ven en ellos nuevos protagonistas que se implican más en sus discursos, que atraen a un público menos interesado en asuntos de política, la juventud y que crea movimientos virales. Frescura y no mensajes carentes de contenido y trasnochados.


El segundo: El del electorado que a través de las encuestas empiezan a manifestar esa visibilidad, ese calado a través de las estimaciones de voto. Unas tomas de contacto que posteriormente hay que trabajar para hacerlas realidad en las elecciones.


La tercera: Los oponentes. Cuando el oponente toma conciencia, y ve por el espejo retrovisor que la nueva formación se aproxima y que está a punto de alcanzarles. Que si hay muchos semáforos en rojo, pavimento en mal estado, o si el motor del coche, ya sea por envejecimiento o por propio sabotaje interno, provocará que la formación nueva llegue hasta su posición. Es el momento en que los "poderosos" saquen los codos para intentar apartar a aquel patito feo que se ha hecho cisne.


Estos son los tres estadios del interés por el que pasa cualquier formación o profesional en su vida laboral. Y por lo visto, ambas formaciones jóvenes, deben estar haciendo bien su trabajo ya que están transcurriendo por el camino marcado.


¿No somos todos ciudadanos?


El partido que dirige un brillante abogado de ESADE, Albert Rivera ha conseguido desde su creación allá por el 2006, que su formación mantenga un crecimiento sostenido y constante, no sujeto a impulsos mediáticos ni campañas virales, pese a que Albert Rivera es uno de los políticos con más actividad y seguidores en RRSS. Ciudadanos se ha convertido en una realidad nacional gracias al trabajo y esfuerzo de un líder que ha sabido conjugar el papel dentro de la política en Cataluña con la proyección a nivel nacional. Un líder que podría haber elegido dos alternativas: el ámbito privado en una empresa destacada dada su importante formación académica o quizá el camino más corto, el haber escalado posiciones dentro de una formación ya tradicional. Pero como en el caso de Pablo Iglesias, creyó en la posibilidad de mejorar las cosas basándose en la credibilidad de los que confiaban él, trabajando desde una nueva opción. Emprendedor político. Abrir distintos caminos es la parte más complicada del senderismo político, pero también la más gratificante.


El miedo en el cuerpo.


La prueba de que estas irrupciones políticas son relevantes es el miedo en el cuerpo que empiezan  tener las formaciones tradicionalistas, que temen que el "pastel" político comience a tener porciones más pequeñas. Sin ir más lejos el señor Carlos Floriano, coordinador de campaña del PP y la número dos del PP, María Dolores de Cospedal ya han arremetido contra la formación de Rivera a la que acusan de querer ocupar su puesto, y han comenzado a intentar desacreditar con intenciones deshonestas y malintencionadas como por ejemplo tachándolo de "catalán" con sede en Barcelona. Como si eso fuera un peligro para la ciudadanía, que por cierto, lo que menos quiere no es saber los orígenes- mientras no sea que algunos de sus miembros hayan ocupado algún puesto en la estructura de una dictadura-  o la sede fiscal- mientras no sea en Suiza o Andorra- ¿Qué más da? Los ciudadanos lo que buscan es frescura, alternativa, y sobre todo alguien que no considere que las corbatas y los trajes les hacen diferentes.


Sin ir más lejos, Ciudadanos está de enhorabuena porque el apoyo ya no sólo les viene de las encuestas nacionales, sino que desde el exterior, concretamente desde la influyente agencia Bloomberg se asegura que Ciudadanos puede ser una alternativa creíble y respetable para los votantes del PP y seguir manteniendo una estabilidad en los mercados internacionales.


Si en el debate sobre el estado de la nación de la semana pasada, tanto Podemos como Ciudadanos se convirtieron en protagonistas sin estar presentes, es ahora cuando ambas formaciones tienen el trabajo de trasladar esa atención que ya han alcanzado al ámbito de la materialización de esa intención de voto.


La juventud no puede ser un problema, ha de ser una reivindicación, un cambio generacional con inquietudes, formación y energía. Un país con savia nueva es un país con posibilidades de creer en algo distinto, mejorable o no, pero distinto. Está claro que ya se han cumplido más de 30 años de bipartidismo, y es tal vez el momento preciso para que el libre mercado llegue también a la democracia de nuestro país.


Próxima estación: Andalucía.
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