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Elijamos no elegir farsantes

Elijamos no elegir farsantes

domingo 08 de marzo de 2015, 14:58h
Tenemos un Pequeño Nicolás que se cree el James Bond del PP, la loca de Alicia Esteve (a) Tanya Head que llegó a liderar la asociación de damnificados por el atentado a las Torres Gemelas, el insano de Enric Marco y ahora la desequilibrada de Anna Allen que ha tenido la ocurrencia de hacer creer a la peña que estaba en la alfombra roja de los Óscar.


La cultura española de los farsantes es amplia y lustrosa y posiblemente haya mucho de engaño en las historias de la Cava, don Julián y hasta del Cid, otro prócer sin escrúpulos que robó y asesinó por doquiera que pasó.


Baldomera, la hija pequeña de Mariano José de Larra, fue una estafadora de marca mayor que dejó a 5.000 incautos sin sus ahorros (1889) y un par de siglos antes Antonio Lupián Zapata se enriquecía vendiendo documentos reales medievales más falsos que las patrañas que consignaban pero que algunos servían para defender a Castilla frente a Euskadi y a otros para reclamar un falso ducado perdido en el tiempo.


Obviamente los hay también en otras latitudes, como Thamsanga Jantjies, intérprete de Obama a signos que no tenía ni idea, o Victor Lustig que consiguió vender ¡dos veces! la Torre Eiffel como chatarra a un empresario, o David Hampton que vivió a cuerpo de rey durante años haciéndose pasar por hijo de Sidney Poitier, o Anna Anderson que vivió tiempo largo haciéndose pasar por única superviviente del zar Nicolás II, o Ferdinad Demara que "fue" ingeniero, diputado, guardia de prisión, médico, abogado, pediatra, monje benedictino, monje trapista, editor u oncólogo, o Fredéric Bourdin que se hizo pasar por un niño texano desaparecido y hasta su familia yanqui se lo tragó, o Claude Khazizan que se hacía pasar por embajador de Armenia hace pocos años. Pero la proliferación de mentirosos, usurpadores, impostores y farsantes en nuestra tierra es digna sino de encomio por lo menos de estudio.


A los ya citados podemos añadir a José Manuel Quintía Barreiros, capitán timo, Luis Roldán que falsificó su currículum, el propio Paesa o Rodrigo Rato quizás de todos el villano más interesante caracteriológicamente.


Entre nosotros, la sociedad española digo, está perfectamente asumido mentir en el currículum, decir que se tiene inglés avanzado solo porque se sabe decir jaguar yú, conducir cochazos comprados a plazos cuando ni siquiera se llega a fin de mes, dejarse ver por los saraos de la capital -los profesionales del canapé- y hasta alabar en ARCO cualquier patraña, así sea un vaso de cristal mediado de agua o un cuadro hecho por un periodista espabilado diez minutos antes de colgarlo en alguno de los tabiques del engendro pictórico convertido en referente del arte mundial.


Un porcentaje altísimo de los políticos en activo en España son farsantes y pícaros -no voy a señalar pero se mire adónde se mire saltan como moscas- que no entienden el sistema constitucional y hasta el propio sistema -Democracia Monárquica- y la propia Constitución son mecanismos artificiosos para dar cobertura a espejuelos brillantes, a oropeles sin valor, a trapisondistas que han convertido nuestra sociedad en un deshecho de mediocres que lleva 25 años viendo basura en T5 y encumbrando a farsantes de toda laya como los participantes en ese escupitajo diario que es Sálvame, empezando por su predicador y acabando por esa pobre mujer sin cabeza ni oficio ni futuro que es Belén Esteban.


Se acercan elecciones. No va a ser posible borrar la farsa que somos, pero son buenas oportunidades para hacer algo de limpieza. Será inevitable que las listas de los partidos tradicionales -y puede que también las de los recién llegados- estén trufadas de farsantes -el "segundo" grupo parlamentario de las Corts valencianas es el de los imputados del PP y quién sabe qué grado en el ranking ocupará en Andalucía el de los imputados del PSOE-, pero partidos nuevos, con gente joven, sin mañas ni colmillos retorcidos y, sobre todo, sin redes internas en las instituciones que amparen la corrupción, son la mejor opción.


Para mí no hay duda: entre votar CorruPPtos y CorruPSOE, prefiero a los ciutanads (es así, Floriano?) de C's o a los Podemistas de La Coleta y hasta a los del PACMA si se tercia.
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