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El Ebro, culpa del Gobierno

El Ebro, culpa del Gobierno

jueves 12 de marzo de 2015, 13:11h
El Gobierno ha destinado 100 millones de euros a medidas urgentes para paliar los daños de la crecida del Ebro. Y muchísimos más serían precisos para prever nuevos y futuros desastres.

La verdad es que nos pasamos 40 años -los del franquismo-aguantando carros y carretas sin decir ni mu. Y llevamos otros 40 -los de la democracia- elevando el grado de nuestras exigencias ciudadanas como si los recursos que nosotros mismos generamos fuesen ilimitados.

Lo peor, sin embargo, no es eso, sino la falta de una escala de prioridades: no es lo mismo disponer de una educación universal, gratuita y de calidad que tener en reserva la mejor maquinaria del mundo para atajar variados e improbables desastres. Ni podemos tener en stock tantos quitanieves como en Alaska, ni dispositivos contra tifones como en la isla de Luzón.

Nuestra propensión a la desmesura es proverbial. Tenemos, por ejemplo, una de las mejores redes viarias del mundo y resulta que la mayor parte de las autopistas están en quiebra técnica por su falta de rentabilidad. A mayor abundamiento, nuestro servicio de AVE tiene más kilómetros que otros países y, a la vez, menos pasajeros: un reciente estudio demuestra que para equipararnos a Japón el número de usuario debería multiplicarse por 15.A esto se le llama, pura y simplemente, derroche.

Hay otros sectores donde ese término es más discutible: en la salud, por supuesto, que ése sí que es un derecho fundamental. Pues bien: a pesar de los recortes  -que los hay, niéguelos quien los niegue-, nuestro sistema sanitario sigue estando entre los 3 ó 4 mejores del mundo. Hace 50 años, los españoles mirábamos con envida la seguridad social británica; ahora son los británicos los que acuden a nuestros hospitales, ya que la atención aquí es infinitamente superior.

Por eso, por la limitación de recursos aludida, hay que establecer prioridades y protestar si no se satisfacen las prestaciones fundamentales y no preocuparse de las accesorias. Lo otro es estirar más el brazo que la manga, como dice un aforismo catalán, y quedarse, en consecuencia, con las muñecas al aire. Entonces sí que nos quejaríamos de frío.

Enrique Arias Vega

Diplomado en la Universidad de Stanford, lleva escribiendo casi cuarenta años. Sus artículos han aparecido en la mayor parte de los diarios españoles, en la revista italiana Terzo Mondo y en el periódico Noticias del Mundo de Nueva York. Entre otros cargos, ha sido director de El Periódico de Barcelona, El Adelanto de Salamanca, y la edición de ABC en la Comunidad Valenciana, así como director general de publicaciones del Grupo Zeta y asesor de varias empresas de comunicación. En los últimos años, ha alternado sus colaboraciones en prensa, radio y televisión con la literatura, habiendo obtenido varios premios en ambas labores, entre ellos el nacional de periodismo gastronómico Álvaro Cunqueiro (2004), el de Novela Corta Ategua (2005) y el de periodismo social de la Comunidad Valenciana, Convivir (2006).

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