La
gran idea que se tenía antes de las elecciones andaluzas, y que todas las
encuestas nacionales ya apuntaban como un posible fenómeno a nivel nacional,
era que el bloque de izquierda ganaría fuerza frente al bloque de derecha,
además de forma clara. Y que el bipartidismo quedaría superado.
Todo
parecía indicar que la participación crecería, lo que podría indicar que la
desafección política y el desencanto ciudadano que surgió tras el 15-M sería
canalizado por los nuevos partidos políticos, sobre todo por Podemos.
Además,
las encuestas apuntaban a que los 3 partidos que formaban el anterior
parlamento andaluz sufrirían una caída debido a la entrada de los nuevos
partidos, pero que quién más lo iba a notar iba a ser el Partido Popular. Los
dos nuevos partidos revelación entrarían en el hemiciclo con gran fuerza, sobre
todo Podemos.
Todo
indicaba que el fenómeno de Podemos llegaría a Andalucía con gran fuerza,
dejando al PSOE tocado, por debajo de los 45 escaños, pero siguiendo como claro
ganador de las elecciones y teniendo que volver a pactar para formar gobierno.
Con
los primeros datos ya en la mano podemos decir que las grandes ideas que se
iban apuntando se han cumplido. El bloque de izquierda gana al bloque de
derecha con más de 20 puntos de diferencia, frente a los 11 puntos que
distanciaban a los dos bloques en el 2012.
El
PSOE y Susana Díaz gana las elecciones andaluzas, sus casi 50 escaños le
permiten incluso pensar en un gobierno incluso en solitario, o revalidar el
pacto con IU junto con apoyos puntuales de Podemos o de Ciudadanos.
Pero
una cosa es clara, Podemos no ha conseguido desbancar al PSOE, que conseguiría
tres veces más votos que Podemos. Éxito, por tanto, personal de Susana Díaz.
Parece que los casos de corrupción no han conseguido pasar factura al PSOE.
El
Partido Popular pierde prácticamente la mitad de sus electores, la mayoría de
ellos se han visto tentados por Ciudadanos y le han dado su confianza. Pero una
cosa es clara, tal y como indicaban los datos antes de los comicios andaluces,
los populares son los que más sufren la entrada de los nuevos partidos. Rajoy y
Moreno son los grandes derrotados.
Podemos
resuelve con buenos datos su primera contienda, a razón de los 15 escaños
obtenidos, pero con peores datos si se tiene en cuenta las expectativas
generadas, que llegaban a darle hasta los 20 escaños. Podemos ha conseguido
reactivar el voto de los abstencionistas, y adoptar a parte de los
desencantados, pero por la matriz de transferencias se puede deducir que no han
conseguido luchar contra la casta, puesto que el PSOE revalida sus votos, y el
votante del PP opta por Ciudadanos más que por Podemos.
Izquierda
Unida, junto con Maíllo, consiguen aguantar el fenómeno Podemos. No están
hundidos, pero si que sufren la entrada de Podemos en el parlamento andaluz.
Pierde algo de representación en las provincias, pero sigue con fuerza
para afrontar las próximas elecciones
autonómicas y locales.
Ciudadanos
entra en el parlamento andaluz y lo hacen además con grupo parlamentario.
Consiguen aumentar su apoyo tras las elecciones europeas y afianzarse como
partido de ámbito nacional. UPyD no consigue su escaño por Málaga y se queda a
las puertas de entrar en el Parlamento Andaluz.
Si
las elecciones andaluzas han de marcar tendencia para las elecciones nacionales
y las próximas autonómicas, el bloque de izquierdas confirma su tendencia
creciente, así como una movilización del votante abstencionista que, en este
caso, ha optado por apoyar a las nuevas formaciones. Lo que implica que el PP
bajará y obligará a que el gobierno deba ser de gran coalición o de izquierda.
El PP, lejos de la mayoría, pasaría con gran probabilidad a la oposición muchos
ayuntamientos, autonomías y posiblemente en el Congreso de los Diputados.
Adjuntamos
una estimación de la matriz de transferencia de votos.
La ley electoral distorsiona los resultados obtenidos
Una de las ideas que se desprende de las elecciones andaluzas es que, tal y como pasaba anteriormente, la ley elecotral, la Regla d´Hondt, vuelve a distorsionar los resultados teniendo en cuenta el número de votos recibido por cada uno de los partidos y los escaños obtenidos.
Como se puede observar, el que más perjudicado resulta es Izquierda Unida, de haber sido un reparto con un coste por diputado de 30.000 votos, Izquierda Unida hubiese obtenido 9 diputados, es decir, que pierde 4 escaños por el sistema de reparto
Jose Luis Sanchis,
Expresidente de la Asociación Mundial de
Consultores Políticos Carles Salom