Venezuela no se merece

Al llamar a consultas a nuestro embajador en Caracas (Antonio Pérez), el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, está reconociendo el notable calado de la crisis política abierta entre Venezuela y España. Crisis provocada por las gravísimas (injustificadas e infamantes) acusaciones del presidente venezolano (Nicolás Maduro) contra el presidente Mariano Rajoy y contra Felipe González.

No contento con acusar al Gobierno español de "apoyar al terrorismo" y de "apoyar una conjura internacional que pretende derrocarlo", llama "bandidos corruptos y ladrones" a los ministros. Ni siquiera Hugo Chávez había ido tan lejos en la senda de las injurias. La clave de semejante sobreactuación habría que buscarla en Cuba. Obligado por indicación de Raúl Castro a rebajar el pistón de  sus ataques a los Estados Unidos (La Habana y Washington viven una "luna de miel"), un personaje tan simple con Maduro opta por el más viejo de los recursos de los regímenes autoritarios: buscar un enemigo exterior al que demonizar señalándole como responsable de los males que padece Venezuela.

Maduro lo ha encontrado en España. Primero la emprendió con José María Aznar, después con Mariano Rajoy y ahora ofende a Felipe González -al que acusa de haber "dirigido grupos paramilitares". Maduro está aislado -su irrelevancia política quedó patente en la Cumbre de las Américas donde Obama y Castro se llevaron todo el protagonismo- y sabe que las penurias económicas que sufren los venezolanos están haciendo crecer la oposición a su régimen.

Encarcelar a sus líderes (Leopoldo López y Antonio Ledezma, alcalde de Caracas) no retira a las gentes de las diarias protestas que llenan las calles de las grandes ciudades. Por eso pone en marcha campañas de distracción. No soporta que el Parlamento Español haya pedido la excarcelación de los presos políticos; tampoco quiere que Felipe González aparezca por Caracas para asesorar a los defensores de López y Ledezma.

Por eso le han declarado "persona non grata". Un disparate tras otro. Los venezolanos no se merecen estar bajo la férula de un personaje tan atrabiliario como es Nicolás Maduro.