martes 05 de mayo de 2015, 10:34h
Todos tenemos nuestro orgullo y un punto de soberbia que nos
impide actuar con inteligencia en momentos de gran tensión. Y no solo eso, sino
con el más elemental sentido común. Los dirigentes políticos suman una
responsabilidad añadida por ser depositarios de la confianza de los ciudadanos
de su país para administrar sus intereses lo mejor posible. Debe entenderse que
la vida humana es el interés más importante que preservar por parte de toda la
sociedad y, sobre todo, por aquellos mandatarios que, al final, asumen toda la
responsabilidad de lo que ocurre. Valga esta introducción para situar unas
actuaciones absolutamente increíbles e incomprensibles por parte de las
autoridades de Nepal que han tardado una semana en permitir que fuerzas
especializadas de rescate de países como España, tan poco sospechoso de suponer
una amenaza para su seguridad nacional, puedan actuar en las labores de
asistencia a las miles de víctimas del terrible terremoto que ha asolado buena
parte del país y que ha afectado a vecinos como la India y el Tibet.
Esta debe
ser la razón de tanta cerrazón a aceptar la ayuda extranjera que hubiera podido
salvar muchas vidas si hubiera actuado desde el primer día de la catástrofe. Es
cierto que Nepal tiene muchos problemas estratégicos en la región y debe
andarse con mucho ojo para evitar incursiones indeseables, pero la situación
que viven sus habitantes reclama una soberanía flexible. La falta de eficacia
en el socorro a los afectados ha creado enorme malestar y protestas en Katmandú
y otras ciudades. La última decisión del gobierno nepalí es cerrar sus
fronteras a la actuación de organizaciones sociales. Seguro que hay pescadores
sin escrúpulos que tratan de pescar en medio del sufrimiento ajeno pero la ONU
debería trabajar por regular las condiciones mínimas necesarias para que en
este tipo de situaciones la vida humana prevaleciera sobre intereses políticos
con las debidas garantías a las cuestiones más delicadas de cada país.
En
España hemos sufrido la falta de sentido común de algún responsable de la
Gendarmería marroquí a la hora de negar la ayuda ofrecida por especialistas
españoles para socorrer a los espeleólogos accidentados en el cañón del río
Wandras. Se hubiera salvado la vida de uno de los dos fallecidos, la de José
Antonio Martínez. Hay que aprender las duras lecciones que nos da la vida que
incluyen humildad y eficacia con sentido común y una soberanía flexible.
Periodista. Director de 'Atalayar, entre dos orillas'. Colaborador en diversos medios como Punto Radio, Onda Cero, COPE, El Independiente y Colpisa. Colaboro en COPE, Colpisa, TVE, RNE y Diariocritico. Es autor de libros como 'Casco azul soldado español' o 'Misión: Líbano'. También fue director de los estudios 'Cómo informar sobre infancia y violencia' y 'Cómo informar sobre violencia contra la mujer en las relaciones de pareja' en colaboración con el Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia.
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