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¿Cambio de cromos o cambio de estrategia?

¿Cambio de cromos o cambio de estrategia?

miércoles 27 de mayo de 2015, 15:17h
El presidente Rajoy que se había negado a hacer cambios después de la debacle electoral, dice ahora que los hará. De momento, se los están haciendo desde sus propias filas. Y si no coge el timón con firmeza, asunto en el que tengo escasa esperanza, o su propia gente le obliga o le mandarán a casa los electores. Pero no es sólo un problema de cambio de personas o de comunicación. Es mucho más profundo.

Pero si hablamos de cambios, que los haga cuanto antes. Algunos barones han anunciado ya su marcha para dar paso a otros que cambien el rumbo hacia el precipicio que ha emprendido el Partido Popular. Me parecen pocos. Al menos en doce comunidades autónomas, el PP debe renovar de arriba abajo todos los cuadros dirigentes: Cataluña, País Vasco, Andalucía, Extremadura, Aragón, Castilla-León, Castilla-La Mancha, Baleares, Canarias, Madrid, Asturias y Navarra. 

También tiene que hacer cambios de fondo en el "aparato" del partido, desde la secretaría general a los portavoces, pasando por otros cuadros de mando. Y, finalmente, tiene que hacer cambios urgentes en el Gobierno, donde, al menos, seis ministros están amortizados y sólo restan en lugar de sumar, aunque será muy difícil encontrar candidatos para sólo, previsiblemente, seis meses de gobierno. Sin un Gobierno nuevo, va a llegar a diciembre más quemado que un tronco en una chimenea.

Esos son los cambios mínimos, indispensables, pero hacerlos no garantiza cambiar el rumbo de la opinión pública o de las encuestas que, como se ve, acaban recogiendo la realidad. Debe cambiar la estrategia, la forma de gobernar, la soberbia, la arrogancia, el fiarlo todo a la economía, la carencia de empatía con los ciudadanos, con los medios de comunicación y con la oposición o la falta de voluntad de acuerdos. 

Cambiarlo por la cercanía a los problemas de todos -hay muchas personas que lo están pasando muy mal-, el cumplimiento del programa, la reiteración en explicar, sobre todo a sus votantes, por qué hacen las cosas, la eliminación radical de todos los sospechosos de corrupción, la transparencia en la gestión. Y pactos para garantizar estabilidad en la economía, en la sanidad, en la educación o en la justicia. Es difícil cambiar el cliché que tiene una inmensa mayoría de ciudadanos, pero tal vez se puede intentar. ¿Lo puede conseguir Rajoy? Tengo serias dudas, porque para hacerlo tendría que cambiar radicalmente su forma de ser, pero el PP no parece tener otra posibilidad.

Si Rajoy no cambia y el PSOE no mejora -que tampoco parece que pueda acreditar como triunfo haber perdido 750.000 votos- el panorama para el mes de enero es el de un Parlamento con dos partidos entre los 90 y los 120 escaños, otros dos entre los 40 y los 60 y, aproximadamente, catorce o dieciséis partidos más que se repartirían los cuarenta o cincuenta escaños restantes. Una bomba de relojería.
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