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La mujer de arena

sábado 30 de mayo de 2015, 00:55h
Por la niebla oscura de la política hay quien se mueve como un destello que se enciende y se apaga, pero que al final no alumbra nada y queda perdido como un relámpago. Esperanza Aguirre es de ésta magnitud lumínica, por eso es capaz siempre de decir cosas que estallan mucho cuando se dicen, pero que enseguida se apagan. Si se hiciera un listado con las ocurrencias que ha dicho esta señora, nos daríamos cuenta de que al final no ha dicho nada, salvo frases sueltas que llaman la atención, espolean a unos, asombran a otros, cabrean o no a los suyos, a los demás, al sursum corda, al cabo un batiburrillo de medias ideas, muchas veces atrevidas, que en el fondo no llevan a ninguna parte y lo único que se puede decir de ellas es que son llamativas. Esperanza Aguirre parece la líder de cerebros que solo quieren chispazos de la realidad, y no meditar serenamente las cosas para arrancarles sus entrañas.

No podemos olvidar que esta mujer fue Ministra de Educación y fue cazada, en un programa de humor que dirigía el Gran Wyoming, dando una opinión sobre una inexistente escultora Sara Mago que encerraba en sus letras el mismo nombre que el escritor Nobel ya fallecido. Desde siempre, desde sus inicios, ha llenado las tertulias y los programas de cachondeo con su verbo, pero por mucho que indaguemos será imposible que encontremos un discurso que se pueda llamar intelectual o profundo. Ya sé que se me podrá tachar de pedante, adjetivo de múltiples usos ágrafos, pero no podemos olvidar que esta mujer ha tenido algunos de los cargos más importantes del Estado. Y para no salirme de la derecha, pondría en las antípodas de esta lideresa más mediática que política, a aquel presidente, Calvo Sotelo, de verbo ingenioso, profundo, agudo, o al mismísimo Gallardón, hombre culto que hubo de soportar las artimañas, demagogias, cuando no insultos, de ésta mujer que ha querido ocupar, nada más y nada menos, que el sillón que ocupó el profesor Tierno Galván, capaz de recibir al papa con un discurso en latín antiguo.

Cierto que ese sillón soportó después cráneos que funcionaban como un martillo, pero que hubiese llegado allí el variopinto discurso de Aguirre habría sido la victoria final de la cabeza hueca, superando incluso en atrevimiento al discurso de Ana Botella, de la que no se puede decir que sea hija de Demóstenes. Lo que ha hecho estos días Aguirre, espantando a la inteligencia, es lo que lleva cacareando desde que se la conoce. Es una charlatanería mediática sin medida, espoleada por televisiones que viven del instante, y conciben la sensatez como un muñeco de arena que se disuelve con la lluvia de la realidad. Aguirre es una mujer de arena que se disuelve con el viento de la razón.
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