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La montaña y el ratón

viernes 19 de junio de 2015, 15:14h

Se miré por donde se mire, la Montaña no parió un ratón, ni mucho menos. En un partido tan presidencialista como el PP los cambios que ha introducido Mariano Rajoy -sin que mediará un Congreso extraordinario u ordinario- son una pequeña revolución. En absoluto son cambios cosméticos, sino el preludio de un relevo generacional en toda regla que, tarde o temprano, se llevará al propio líder por delante. Es lógico que los adversarios políticos y mediáticos del PP digan que son sólo cambios cosméticos, pequeños retoques de maquillaje para que todo siga igual, porque ellos lo que quieren es entonar el ¡Vayase señor Rajoy! Y todo lo que no sea que el PP sea desalojado de la Moncloa será siempre insuficiente y frustrante.

Pero más allá del análisis sectario o partidista el líder de los populares ha rectificado y entonado el "Mea Culpa". Ha dicho adiós a esa percepción falsa de que ¡aquí no pasa nada porque la economía mejora y lo demás no importa y ha reconocido, sin anestesia ni vaselina, que la corrupción ha sido letal para su partido y uno de los principales motivos para que se hayan desangrado en votos. "Hemos pagado un precio altísimo", dijo poniendo el acento en que el PP ha caído ¡nada menos¡ que diez puntos en intención de voto, desde octubre del 2014, coincidiendo con los escándalos de corrupción que han atacado a su partido por todos los frentes.

Cuando escribo esto aún no se han producido los cambios en el Gobierno pero el mensaje a los nuevos responsables del PP fue claro: salir más, hablar más, explicarse más y hacerlo con humildad. Tal vez aplicándose su propia medicina Rajoy decidió no aplicarse la autocomplacencia a la que nos tiene tan acostumbrados y reconoció el efecto real de sus políticas: "Los españoles han sido golpeados de una u otra manera por la crisis. Algunos han perdido su empleo, otros han visto la merma de sus ahorros, salarios congelados, subidas de impuestos etc. Es cierto que ahora vemos claramente sus resultados pero no vemos resultados suficientes para dar satisfacción a tanta gente que lo necesita", dijo. Aunque tal vez ya sea tarde a seis meses escasos de las generales, el líder del PP ha salido de su propio laberinto y reconocido no sólo que el PIB no basta, que en épocas de vacas flacas además se necesita una cierta empatía para situarse al lado de quienes peor lo están pasando.

No se trata sólo de situar a caras nuevas, más modernas, que comuniquen mejor y se alejen de esa imagen estereotipada arrogante y altiva de la derecha sino de ponerse, de verdad, en la piel de los que sufren y eso no tiene porque ser patrimonio de la izquierda por mucho, que sean ellos quienes se envuelvan en esa bandera. Tal vez a los nuevos jóvenes del PP les falte experiencia y estén verdes -a decir de algunos de los mayores del lugar- pero no tienen pasado, conocen a Bárcenas por los periódicos, no tienen alergia a los periodistas y se manejan bien con las nuevas tecnologías, algo que dominan de maravilla las formaciones políticas emergentes.

A estas alturas de la película los cotilleos sobre si a Dolores De Cospedal se le ha desarmado repartiendo su poder entre varios o si a Soraya Sáez de Santamaría "el jefe" -como ella denomina a Rajoy- le ha bajado los humos poniéndole a otro portavoz ¿o no? es ya lo de menos. ¡Carnaza para los periodistas!. Lo de más es si en escasos seis meses, el PP es capaz de movilizar a su "propia parroquial para que le den el apoyo que en las municipales le han negado muchos de sus votantes naturales. Eso y que la victoria en las urnas se la puede dar el deseado centro político que todos cortejan.

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