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Un subsidio o un empleo

miércoles 22 de julio de 2015, 15:09h

La lucha contra la pobreza parece haberse convertido en la mercancía clave de los partidos para ganar las elecciones y para los que ya gobiernan en la mercancía que vender a sus ciudadanos. El principal escollo de estas apuestas es que los distintos partidos no manejan cifras creíbles de pobreza en España.

Está escrito por activa y por pasiva que los parámetros que utilizan unos y otros no responden a la realidad. Se llega a decir que en España hay 13 millones de pobres o en riesgo de exclusión y, sin embargo, si se toman como referencia los datos del INE y que se refieren, según nos cuenta Diego Sánchez de la Cruz en "Libertad Digital", a la "tasa de privación material severa", estaríamos hablando del 7 por ciento de la población, es decir unos 3 millones de personas que al menos reúnen cuatro de estas variables: retrasos en los pagos, temperatura de la casa no adecuada, no tiene automóvil o televisión, no pueden irse de vacaciones una semana al año o no tienen dinero para hacer frente a imprevistos.

La otra cuestión fundamental que plantea este tipo de propuestas populistas es que ya ayuntamientos, comunidades y Estado tienen, y desde hace años, planes de ayudas a familias o personas que lo están pasando mal por estar en el paro y no poder hacer frente a sus gastos más comunes, principalmente la vivienda. Es decir que nos están vendiendo una mercancía averiada. Nos cuentan que van a salvar a la gente, aunque eso sí no nos dicen de dónde van a sacar los miles de millones que necesitarían para cumplir esas promesas de subsidiar a la gente.

De dónde y hasta cuándo. No sé si es la intención del PSOE, pero está más que demostrado que los populismos no son nada si no hay pobres dependientes del que les va a salvar. De esto sabe mucho la cúpula de Podemos. Y resulta patético que los socialistas copien ese modelo de clientelismo. La única, acertada y digna forma de ayudar a salir adelante a los ciudadanos que no tienen recursos es una política económica dirigida a la recuperación de la actividad y por tanto a la creación de puestos de trabajo, que es lo que dignifica la vida de las personas y no la dependencia de sus gobernantes que lo único que buscan es su voto y su aplauso fácil.

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