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Perro come perro

sábado 08 de agosto de 2015, 11:14h

Que las televisiones públicas son el botín de guerra del partido ganador de las elecciones, es algo evidente. Nadie descubre la pólvora al afirmar que no hay en este país ninguna televisión pública independiente, ninguna y, que todas están al servicio del partido que ha ganado las elecciones.

Por eso nada más llegar al cargo lo primero que hacen los políticos es cambiar a sus equipos directivos, no en busca de un perfil profesional sino de uno partidista y lo mas próximo ideológicamente a quienes ostentan en poder. Lo peor de todo es que nos hemos acostumbrado tanto a esa perversión que , hasta los propios profesionales vemos como algo natural esos cambios partidistas. Hemos visto estos días como el president de la Generalitat Artur Mas utiliza sin ningún pudor a TV3 como altavoz e instrumento de su proyecto independentista. Hemos oído críticas políticas al respecto, quejas de sus adversarios políticos, pero el silencio cómplice de los profesionales que trabajan allí resulta tan estruendoso como vergonzoso.

Ayer mismo el diario El Mundo editorializaba sobre el asunto ""Desde el momento en que Artur Mas y su Gobierno han puesto los canales públicos autonómicos de radio y televisión al servicio de su pretensión de subvertir el orden constitucional, están demostrando que el espejo en el que se miran no es el de las sociedades democráticas, sino el de aquéllas en las que las instituciones no están al servicio de los ciudadanos sino de proyectos políticos partidistas y personales" señalaban poniendo el acento en la deriva cuasi totalitaria de un político, que esta cruzando todas las líneas rojas.

Yo sin embargo quiero fijar el objetivo en una profesión, la nuestra, que defiende un derecho fundamental para todos: el de la información y que debe inspirarse y actuar siempre en la defensa de la libertad de expresión. No es que los periodistas seamos previsibles por seguir la línea editorial de los medios en que he trabajamos, la cosa es muchísimo peor es que somos previsibles ideológicamente y eso no tiene un pase. Antaño para evidenciar el desprecio profundo que los gobernantes tenían hacia lo que somos y representamos se acudía a aquellas i frase repugnante de "den de comer a la prensa " y ahora basta con que nos llamen "tertulianos" o citen, sin más, el medio de comunicación para el que trabajamos para intentar desprestigiarnos..

Alguna vez he contado que, hace muchos años, entreviste a uno de los mejores periodistas vivos de nuestro país y al preguntarle que prefería tener en el ejercicio de su profesión si influencia o poder me respondido taxativamente que el prefería ser periodista ¡nada más pero nada menos que periodista!. Desde entonces he somatizado aquella respuesta haciéndola totalmente mía y la recuerdo, de vez en cuando, alguien intenta ponerme una etiqueta ideológica desde uno u

otro lado.

No nos engañemos a los políticos no les gustamos nada,absolutamente nada los periodistas. Nos toleran, hacen como que nos respetan , incluso algunos dicen ser son amigos nuestros, pero en el fondo todos y de todas las ideologías políticacas nos desprecian porque sacamos sus trapos sucios a la luz y nos tienen por unos huele- braguetas , entrometidos que les complicamos la vida. Por eso resulta tan llamativo que,al final, terminemos cayendo en su trampa y en vez de desenmascarar sus intenciones e intentos de manipulación, terminemos siendo nosotros mismos quienes nos despellejamos entre nosotros.

El otro día a cuenta de la destitución de uno de los directores de una televisión autonómica, que ha cambiado de signo político, leí a una periodista con experiencia dedicarle un " váyase" al colega, sumándose como una voz más con los que mandan ahora políticamente. Me llenó de sonrojo el artículo, no porque criticara a un compañero de profesión ¡ faltaría más ¡ sino porque dedicara su análisis a suscribir elogiosamente sin ningún pudor, la tesis de un político que, si

puede, hará lo mismo en los medios de comunicación públicos que hicieron sus antecesores.

Ese artículo se publico el mismo día que un antiguo compañero mío de Antena-3, me escribía contándome que lo había dejado todo para marcharse a Camboya para hacer unos reportajes sobre los horrores de Pol Pot. También ese mismo día la prensa publicaba que la sociedad civil mexicana reclamaba que se investigue como asesinato político y no como un delito común la muerte a balazos del fotoperiodista Rubén Espinosa, su novia, otras dos jóvenes y la empleada doméstica. Todas fueron violadas antes de acabar con su vida y el reportero ya había tenido que huir de Veracruz por denunciar el feminicidio. Sólo en México el último año han sido asesinados 15 periodistas y se han denunciado. 42 agresiones a compañeros por querer ejercer dignamente nuestra profesión. Ellos son periodistas ¡nada más, pero nada menos que periodistas! y mientras nosotros aquí dejándonos seducir por los que mandan. ¿Quién dijo eso de que perro no come perro? En España en esta profesión cainita y maravillosa ocurre a diario.

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