El incansable activismo de Manuel Conthe con la palabra y la pluma se ha convertido en el rayo que no cesa. Tan aficionado como es a los clásicos, lleva camino de encarnar un modelo actual de “la cólera del justo”, porque no deja títere con cabeza entre los que considera responsables del desaguisado en la CNMV por acción (Arenillas y su entorno político y de negocios) o por omisión (Solbes, Segura, etc.). Cada vez es más transparente su opinión de que, por debilidad e inclinación a eludir personalmente los problemas, el vicepresidente Solbes puso a los incendiarios a hacer de bomberos.
Denuncia que Segura lo tiene todo prácticamente delegado en Arenillas, el hombre bajo todas las sospechas y cuyo horizonte no sólo personal, sino incluso penal, hay quien dice que cuelga de las urnas de marzo. Sin embargo, el objeto preferencial de las descalificaciones de Conthe no es Arenillas sino el propio Solbes, por quien Conthe se siente más que abandonado, traicionado. De nuevo vuelve a los clásicos, para presentarle como un hombre que no es de fiar, capaz de ceder en los principios, eso sí, no por interés, sino por debilidad.
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