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Seriedad, señor Baños

viernes 09 de octubre de 2015, 16:28h

No hay quién entienda a la CUP que primero anuncia que no apoyará a Mas de ninguna manera y ahora anda por ahí mareando la perdiz, diciendo que no pero sí, que todos son necesarios en el alegre camino hacia la independencia. Pero lo más grave es que en un ataque de sinceridad y coherencia el propio Baños, líder de los anticapitalistas, reconoció que el supuesto plebiscito de las pasadas elecciones lo habían perdido los independentistas. Pues con esos precedentes, resulta que lo que exigen ahora es que el nuevo Parlamento de Cataluña, empieza desde ya mismo a desobedecer al Constitucional, es decir a no cumplir la Ley, es decir a romper la seguridad jurídica, es decir a gobernar “como si” Cataluña ya fuera independiente.

Y sorprende que sea el mismo Baños y la misma CUP que reconocieron el fracaso en las urnas, los que ahora se suban al caballo presuntamente ganador en escaños -gracias a una ley constitucional- y decidan romper todas las amarras que les atan con el resto del Estado bajo una filigrana dialéctica: “Si el principio de legalidad se opone al principio democrático, prevalece este último” Pero esta solemne declaración del señor Baños, tiene trampas: la primera es que sería válida sólo en sistemas dictatoriales que no es el caso del estado español y en segundo lugar –aun admitiendo el anterior supuesto- en las elecciones catalanas, como ya se ha dicho y el propio Baños reconoció, no hubo mayoría que apoyara la independencia, al contrario; fueron más lo que votaron por partidos no independentistas a los que habría que sumar los que ni votaron y, todo eso, admitiendo además algo inadmisible: que una mayoría no cualificada fuera suficiente para tomar semejante decisión

Pero como siempre volvemos al capítulo segundo de esta loca aventura. ¿Qué supone esa ruptura con España? ¿No poner en práctica la ley Wert? ¿El tema de la educación en castellano o en catalán? El señor Baños sabe que todo eso, a la hora de la verdad, es casi anecdótico. El señor Baños, que asegura rotundo que “Cataluña ya tenía soberanía antes de les elecciones”, sabe perfectamente las consecuencias de la desobediencia sistemática al principio de legalidad: pondrían a Cataluña en una situación de inseguridad jurídica que tendría gravísimas repercusiones en su economía tanto dentro de España como fuera.

El mundo es lo que es –nos guste o no- y funciona como funciona. Todos sabemos que es manifiestamente mejorable y muchos deseamos mejorarlo, pero parece inmoral condenar a todos los catalanes a una situación tan desastrosa como inevitable. No voy a repetir lo que ya han demostrado tantos economistas y politólogos. El señor Baños sabe las consecuencias que tendría lo que sin duda puede ser una aspiración legítima en su razonamiento y en su mentalidad particular pero que no comparten ni más de la mitad de los catalanes, ni el resto de España, ni la Unión Europea, ni la banca, ni las grandes multinacionales. ¿Se puede desafiar a todos de una vez? Se puede, claro, pero no resulta muy recomendable en un mundo globalizado. Sigo sin imaginarme a la clase media catalana, a esa famosa burguesía ejemplar en tantos aspectos seguidores de Convergencia, asistiendo atónitos a lo que el señor Baños, el antisistema, pretende con un 8,2% de votantes: hacer prevalecer sus decisiones sobre la mayoría de los ciudadanos. Y por ahora Mas ni sabe ni contesta.

Pero volvemos al principio: lo que no vale es reconocer hace una semana que el supuesto plebiscito se había perdido y venir ahora diciendo y exigiendo todo lo contrario. Un poco de seriedad señor Baños.

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