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Cuando los políticos se hacen incómodos

Por Gabriel Elorriaga F.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
martes 05 de enero de 2016, 08:52h

Hay un punto de cocción en la cocina pública en el que los políticos actuales resultan imprescindibles por los puestos clave que legalmente ocupan para hacer la digestión del guiso que ellos mismos han adobado pero a la vez, se hacen incómodos para la preparación de las ollas del futuro. No es una cuestión generacional, consecuencia del paso de las edades, sino una erosión originada por el desgaste de las personas a través del duro ambiente de la política. Así la marejada de nuestros días está convirtiendo en personajes incómodos a algunos que, en otros tiempos, podían permanecer normalmente instalados en sus cargos sin grave daño para los ciudadanos ni para ellos mismos. No es difícil hacer una lista de algunos nombres imprescindibles para tejer y destejer la madeja de la actualidad que, a la vez, son cada vez más incómodos para el porvenir de sus partidarios y de sus electores. Si no son capaces de entenderse en un acuerdo de mínimos, para dar a España la estabilidad que necesita, están acabados. Ejemplos:

-Mariano Rajoy, a quien la torpeza de Zapatero le regaló una mayoría absoluta que dilapidó, reduciendo su electorado a cifras insuficientes y su partido a un grupo escaso de repuestos. Puede y debe sentirse obligado a gobernar en precario pero, a su vez, debe liberar a su partido del peso de sus limitaciones y contaminaciones. El centro‑derecha debe recuperar su autenticidad y su amplitud y dejar atrás un cesarismo impopular y cansino.

-Pedro Sánchez, que heredó un socialismo declinante y lo está arrastrando hasta las cavernas del subizquierdismo revanchista y carente del sentido del Estado, en vez de dimitir como Secretario General del PSOE tras perder las elecciones y equivocarse en sus afinidades.

-Albert Rivera, adquirió prestigio por crear un nuevo partido españolista en Cataluña y desde Cataluña. Lo perdió al presentarse por toda España como abstencionista o equidistante mientras abandonaba su presencia personal en la batalla de Cataluña, donde su partido fracasó en las elecciones generales. Sin una presencia decisiva en Cataluña, “Ciudadanos” no sirve más que para dividir al electorado de los partidos clásicos.

-Artur Mas, con su zascandileo para mantenerse en el candelero hundió a la coalición Convergencia y Unió que le llevó a la Generalitat. Hoy solo es un juguete roto, tras haber representado deslealmente funciones oficiales dentro del Estado Autonómico español.

-Pablo Iglesias, que pretende reformar una Constitución e imponer su programa a un Congreso de 350 diputados con solo 69 parlamentarios heterogéneos, agrupados sin unidad de criterio, y, además, sugiere promocionar a un presidente “independiente”, a su gusto, al frente de una España divisible y tercermundista.

-Manuela Carmena, estrafalario modelo de candidatura que podría considerar “independiente” Pablo Iglesias, al no ser de “Podemos” ni del PSOE sino de sus ocurrencias y de las no menos sectarias ocurrencias del propio Iglesias. Es de esperar que los madrileños puedan liberarse de su alcaldato antes de que la economía de la ciudad haya sido totalmente descompuesta y sus calles todas rebautizadas.

Estas y parecidas personalidades estáticas encalladas en pleitos viejos o perdidas en utopías regresivas, no encarnan el cambio de mentalidad que España necesita para seguir su camino en una Europa recuperada de la crisis y como parte activa de un mundo libre vencedor del fanatismo. Son personas imprescindibles, en este momento, al ocupar posiciones en que se les puso para encontrar soluciones y no para crear problemas. Pero se han hecho incómodas para el futuro. No es una cuestión de juventud o veteranía sino de calidad. La renovación no es cuestión de edades sino de ideas. Se necesitan gentes con mayor capacidad de convicción y de convocatoria, a la altura de la gran sociedad interclasista que es el pueblo de esta gran Nación, con lenguaje más actual y con mayor empuje. Los protagonistas de estos meses desdichados no son imaginables, otra vez, como candidatos repetidos si el horizonte nos trajese otras elecciones antes de lo esperado. Unas futuras elecciones con cromos “repes” pueden dar resultados “repes”. Los objetivos reformistas y la alternancia responsable tendrán que liberarse de las inercias y desvaríos que han sumergido a los españoles en un charco de incertidumbres. Cuando los políticos, en vez de alumbrar soluciones crean problemas, hay que cambiarlos.

Gabriel Elorriaga F.

Ex diputado y ex senador

Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.

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