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Claves para entender a Felipe González

jueves 28 de enero de 2016, 17:30h
La entrevista concedida al diario El País por Felipe González parece condenada a recibir interpretaciones para todos los gustos. Según los portavoces del PSOE acaba dando la razón a la posición de Pedro Sánchez. Según los de Podemos es un claro rechazo a un gobierno con Iglesias y por tanto una invitación al entendimiento con el PP. Todo lo cual significa que Felipe no ha logrado el objetivo que pretendía: aclarar su posición sobre la salida al empantanamiento político del país. Y, como muchos, creo que el culpable de que no lo haya conseguido es precisamente el propio González.

Adelanto la causa de ese relativo fracaso en aclarar sus posiciones: González no quiere criticar explícitamente a Sánchez ni quiere contradecirle públicamente. Y en eso traiciona su alto sentido de Estado, porque antepone los intereses de partido al interés general de España. También él olvidó aquella sentencia que nos escoció a muchos cuando la manifestó: “estoy dispuesto a sacrificar el partido si fuera necesario para salvar el país”. Parece que el estadista está lastrado por su carnet partidario.

Pero comencemos por lo que el antiguo secretario del PSOE sí deja claro en su entrevista. Ante todo, ha manifestado de forma prístina su caracterización de Podemos: son leninistas-liquidacionistas, ha dicho; forman parte de una alianza que va desde Tsipras a Maduro. Con ellos no se puede ir ni a la vuelta de la esquina y muchísimo menos al Gobierno. ¡Los dioses nos eviten ese castigo! Pero lo que no hace González es explicar la causa de que hayan recibido un apreciable apoyo de la ciudadanía. Porque su insinuación de que la responsabilidad reside en una mezcla de mala política (del bipartidismo) y de los efectos sociales de la crisis económica es cierta, pero sólo parcialmente. Parece que González forma parte de los que sacan del análisis la posibilidad de que haya una pobre cultura política en nuestro país, que no sólo afecta a los representantes políticos sino también a los representados.

Claro, al dejar evidente que Podemos es solamente un peligro a evitar, González irrita a Iglesias pero no se atreve a decir que la idea de Sánchez de que hay que entenderse con Podemos “obligadamente” es un despropósito. Deja que la gente lo deduzca por sí misma. Creo que se equivoca. Como él mismo confiesa, no está la situación para palabras veladas.

La otra cosa que deja claro es que no es partidario de una gran coalición PP-PSOE-Ciudadanos. Y ello lo explica por una razón atendible: no es bueno dejar que Podemos ocupe todo el espacio de la oposición. En efecto, cuando se hacen alusiones a los gobiernos de coalición en países de la Europa central, olvidamos con frecuencia que ninguno de ellos tiene enfrente una fuerza populista apoyada por cinco millones de votos como Podemos en España. Desde luego que también en esos países (Alemania, Holanda, Austria) existen opciones populistas y de extrema izquierda, pero encuentran un apoyo minoritario en el electorado. ¿Cuál es la razón de que sí lo tengan en Grecia o en España? González no entra en el tema. Yo creo que ya va siendo hora de que cuando se hable de regeneración democrática se piense también en la ciudadanía. España necesita elevar claramente la calidad de su ciudadanía, si quiere evitar la demagogia y el populismo.

Pero si se regresa a la dura realidad González tiene razón respecto de la inconveniencia de dejar que Podemos se haga con el espacio de la oposición. Por ello lo que propone, un tanto crípticamente, es que los grandes partidos, PP y PSOE, “dejen al otro gobernar”. Es decir, que haya un gobierno encabezado por el PP o por el PSOE –con o sin la participación de Ciudadanos- y que el otro gran partido se abstenga en la votación de investidura, y se mantenga en la oposición, arrebatándole así ese protagonismo a Podemos.

Lo que tampoco dice González es que para que ello pueda suceder no hay más remedio que realizar una negociación política y programática. Creo que el mayor acierto de Felipe se da precisamente en este campo. González está convencido de que existe espacio para negociar un programa reformista que vaya abandonando las políticas de ajuste de los pasados cuatro años, que, además, acometa las reformas que el sistema político necesita. Lo que tampoco dice –sino por pasiva- es que esa perspectiva también está abierta en el PP. Pero parece pensarlo cuando dice que hay que entenderse con el PP para las reformas.

La propuesta de fondo de González es bastante razonable. Lástima que, como no tiene nada que ver con la de Sánchez, tenga que hacerla con tantos velos. Incluso me parece que debería apurar su copa hasta el fondo: si para lograr algún tipo de gobernabilidad reformista es necesario superar los planes personales de Rajoy y de Sánchez habría que avanzar en ese camino (como mostraron las encuestas y ya ha empezado a sugerir Ciudadanos). Claro, lo dice a propósito de Rajoy, pero no se atreve a decirlo de Sánchez. En todo caso, de la entrevista hay que retener dos cosas: sí hay pactos posibles que no pasan por un gobierno personal de Rajoy ni por un entendimiento del PSOE con Podemos. Lástima que pudo haberlo expresado con mayor claridad. Lo dicho, al estadista que hay en González le pesa demasiado el carnet. Y eso, que en situaciones normales puede ser una virtud, no lo es en situaciones de emergencia.
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