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Pedro quiere que Pablo le dore un poco la píldora

viernes 05 de febrero de 2016, 15:47h

Pedro Sánchez quiere hacer sufrir un poco a su ‘novio a la fuerza’ Pablo Iglesias. Que no cunda el pánico. Este culebrón acaba de empezar y el líder socialista quiere que le doren la píldora un poco antes de formalizar relaciones. El aludido ha pillado el mensaje, al menos en su tono suave, tranquilo y hasta cariñoso con que ha comparecido ante los medios tras el esperado primer encuentro entre ambos. No debe perder la esperanza, el líder del PSOE le ha dado esperanzas: “Ha sido una ocasión perdida, pero no la definitiva. Espero que recapacite.”

La intervención de Iglesias no hacía presagiar, de hecho, el cabreo de Sánchez cinco minutos después para acusarle de ser “excluyente”, de reprocharle que quiera ser el interlocutor en “exclusiva” del PSOE y que ni se le ocurra guiñarle un ojo a Albert Rivera y sus Ciudadanos. La teatralidad de todos ellos empieza a ser realmente agobiante.

Sánchez ha devuelto a Iglesias su jugarreta de darle el Gobierno hecho antes de empezar ni siquiera a hablar; ahora, el líder de Podemos, por mucha “paciencia” y “generosidad” que prometa se arriesga a que le señalen como el culpable de que no se haya podido crear ese gobierno “progresista y” -ojo- “reformista”, una coletilla recientemente añadida al discurso del candidato a presidente del Gobierno, evidentemente con ese ‘ojo’ puesto en Ciudadanos.

Los tres protagonistas de la Historia -con el perdón de Mariano Rajoy, una misión imposible- intentan escribir un final feliz, eso hay que reconocérselo. Lo que no se le puede pedir a Sánchez es que después del “numerito” que le montó le diga el sí quiero a la primera, tampoco Rivera puede unirse a la fiesta que quiere montar el socialista sin hacerse de rogar también un poco y, sobre todo, saber cuáles son los invitados y hasta dónde va a llegar la barra libre “plurinacional”.

Sánchez, Rivera e Iglesias están “condenados a entenderse”. Descartado el PP, al que se supone votando en contra por sistema a cualquier iniciativa de una coalición de PSOE y Podemos, estos necesitan obligatoriamente a Ciudadanos sólo para ganar las votaciones en la Mesa del Congreso, donde controlan la mayoría con los populares.

Iglesias ha quedado como el malo de la película casi en la primera escena. Sabe que sin él, Pedro Sánchez lo tiene verdaderamente complicado para llegar a la Moncloa, y también que si fracasan y no hay boda, puede pagar cara su arrogancia en unas nuevas elecciones que sólo servirían para volver a empezar la partida.

El único beneficiado sería, como le ha recordado hoy el líder socialista, “un señor que se llama Mariano y se apellida Rajoy”, al que por cierto también le ha dado lo suyo por no consultar con él decisiones trascendentes del Gobierno. Sánchez estaba enfadado. Muy enfadado. Menos mal que Iglesias ha asegurado que el “ambiente ha sido bueno” entre ambos en su reunión de hora y media. Si llega a ser malo…

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