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Un embrollo político

Por Gabriel Elorriaga F.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
lunes 08 de febrero de 2016, 10:39h
Con una decisión institucionalmente correcta, Su Majestad el Rey Felipe VI encargó a Pedro Sánchez el intento de formar gobierno por ser el único que ha presentado un proyecto de gobernabilidad, confuso y dudoso, que lo mismo pudo llamar “gobierno de progreso” que “gobierno de moderación”. El presidente de gobierno en funciones, Mariano Rajoy, se descartó a sí mismo por dos veces consecutivas, manifestándose incapaz de presentar, por el momento, otra alternativa que no fuese la imposible coalición de los tres partidos, uno de los cuales no aceptaba la propuesta por tener otros planes. Rajoy, tras cuatro años de mayoría absoluta, se ha presentado desarbolado y sin iniciativa a partir de las últimas elecciones, salvo la de contar consigo mismo y con una mayoría relativa que no era sino los restos del naufragio que llevó a su partido al trance de perder 60 diputados. El vacío formado por su declive ha sido ocupado automáticamente por la segunda opción, aún peor situada, pero con la osadía de un Pedro Sánchez dispuesto a hacer valer una hipotética capacidad de pacto con todo aquello que figura en el Congreso, aunque sea contradictorio e inabarcable. No garantiza las líneas rojas que limitan las negociaciones según su partido. Las limitaciones le afectan a él pero no a sus consocios, que pueden actuar por su cuenta y sumar ausencias. Pero Pedro Sánchez, además de jugar a un izquierdismo de guardarropía, también juega, con el viento a favor de que se forme gobierno, el papel que le hubiese correspondido a Rajoy, pretendiendo la cuadratura del círculo, es decir, solicitar la neutralidad del PP y apoyarse en Ciudadanos, para ofrecer lo mismo que ofrecía Rajoy, con la mano derecha, sin dejar de hacer manitas con la mano izquierda a las turbas de Podemos. Es posible que ambas propuestas sean inviables, pero son menos que nada. Para acabar en unas nuevas elecciones con voluntad de corrección siempre habrá ese tiempo precioso que se está perdiendo España con el embrollo creado por la decadencia del bipartidismo.

Esta precaria situación se veía venir desde mucho tiempo atrás y, especialmente, desde las últimas elecciones municipales y autonómicas. Sánchez ya enseñó su banderín desde el momento que entregó a Podemos importantes ayuntamientos sin ningún escrúpulo. Su “no y no” a Rajoy ha sido su santo y seña. Rajoy y el partido dirigido por Rajoy no han hecho nada por desactivar ese “no” que, al menos en parte, se basaba en superar el cansancio popular por la repetición absoluta de la misma película, gastada y sucia, como si no existiesen otras películas de la misma marca pero con protagonistas renovados. Su defecto no ha sido la falta de capacidad de negociación sino su resistencia a limpiar y renovar su propia casa.

La propuesta teórica de coaligar tres partidos constitucionales de Rajoy es más estable, más sólida y más conveniente para España, pero da la impresión de que Rajoy no ha hecho nada para complementarla más allá de algún razonable discurso. Da la impresión de que solo espera que le dé resuelto el problema la divina Providencia por sus inescrutables caminos. En el lado contrario, Sánchez se ha manifestado como un tozudo intolerante sin otra disculpa que su gula irreprimible de novato ante el pastel del cargo, gula en que puede coincidir con otros socios nuevos en la plaza. Su error es creer que la gula de “Podemos” es la misma que la suya: comerse al PP. Pero es otra: comerse al PSOE. Sánchez está preso en la trampa de ser querido por ser de izquierdas, sin comprender que es malquerido por ser una izquierda diferente, sospechosa de centrismo.

Los españoles están presenciando un juego lamentable por ambas partes, por la trascendencia de lo que se juega, que merecería la retirada de líderes a un segundo plano, si esta posibilidad existiese. Pero ambos se han ocupado cuidadosamente de hacer prácticamente imposible su sustitución por procedimientos normales. La situación de bloqueo es responsabilidad compartida de ambos, así como, también, si se produjese una solución tendría que ser consecuencia de un acuerdo de ambos, por difícil que esto parezca hoy en día. Los terceros en discordia deben estar riéndose con la boca cerrada, viendo como la estupidez de los partidos tradicionales favorece sus expectativas electorales y sus intenciones de desintegrar la mayoría social moderada, que es mayoritaria pero está huérfana de líderes eficaces. Es un error creer que “Podemos” finge diferencias con Sánchez y está todo pactado por debajo de la mesa. La verdad es que “Podemos” sueña con el fracaso de Sánchez.

El riesgo de la situación proviene de la venenosa oferta de “Podemos” como tercer partido o combinación de partidos que oscila entre la mamarrachada y la intromisión extranjera y que lo mismo se ofrece como compañero a mitad y mitad, salvando la vanidad de Sánchez, que como obstrucción a Sánchez en beneficio de Rajoy. Es una minoría desorganizada, incompatible con cualquier proyecto de gobernabilidad socialdemócrata europea y, a la vez, incompatible con la identidad de una España unida como potencia occidental. Su único objetivo es poner las cosas cuanto peor mejor, a fin de poder romper el marco constitucional de esta nación que fue capaz de cicatrizar las heridas de un pasado caótico al que ellos se empeñan en pintar como el paraíso perdido. España no puede consolidar un proyecto de gobernabilidad cediendo parte de la máquina del Estado a los turbulentos equipos de Podemos pero, tampoco, Rajoy puede cimentar su proyecto en un fracaso de Sánchez que pulverice uno de los partidos esenciales del equilibrio político. Esta es la clave del embrollo. Los embrollos políticos son así de complicados, pero siempre hay factores renovados que los desenredan. Confiemos en que la arquitectura de nuestro Estado reconstruido, por ahora intacta, con la mayoría moderada de nuestro pueblo, resista los movimientos sísmicos provocados por las fracturas partidistas y la bandera constitucional de todos predomine sobre los desvaríos del momento. El Estado español no está “en funciones”. Quienes dan la impresión de estar por debajo de sus funciones son el gobierno de Rajoy como tal gobierno y el proyecto de gobierno de Sánchez como tal proyecto. Un poder legislativo con las dos Cámaras con mayorías constitucionales evidentes, un poder judicial intocado, una máquina operativa del Estado incólume, una economía nacional potente, unos compromisos internacionales sólidos y el viento de la historia y de la cultura de occidente, no pueden permanecer impotentes ante los embrollos de unos titiriteros de la política y la indecisión de unos cuadros políticos con fatiga de materiales. La bandera del interés general tiene que predominar sobre las ambiciones parciales y las codicias locales. No se puede seguir viviendo mucho tiempo pensando que la prórroga de lo que tenemos será siempre mejor de lo que está por venir. España tiene que recuperar la capacidad de salir del embrollo con la esperanza de un proyecto mejor.

Gabriel Elorriaga F.

Ex diputado y ex senador

Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.

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