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El periodista agredido responde...

jueves 06 de diciembre de 2007, 18:41h

Sr. Iracundo
 
2-D. Día de angustia. Los nervios dejan de ser de acero. En el poder hay tensión porque, de repente, los resultados electorales le son adversos. El mandatario está iracundo. Le piden que reconozca los resultados y, después de 8 horas de espera, lo hace. Está calmado. En su mano mostraba la evidencia de cómo golpeó algunas cosas en una habitación, su hospedaje en Fuerte Tiuna.
 
5-D. El jefe del Estado desmiente la información. No se muestra reposado. Insulta. No explica lo ocurrido. Detrás está el Alto Mando Militar como enviando una señal: ¡ojo. No más golpes! Es Goliat que sale a enfrentar a David. A un reportero que sólo escribió lo ocurrido en la instalación militar, según “testigos presenciales”, venezolanos preocupados por el destino del país y que querían evitar una guerra civil. 

Son fuentes confiables.
 
La pregunta salta al aire: ¿y si es mentira aquella crónica periodística por qué tanta iracundia? ¿Por qué se le acusa a un periodista de ser tarifado y lacayo del imperio cuando está comprobada su trayectoria profesional y actitud crítica ante cualquier poder? ¿Por qué el Presidente no se muestra como un estadista? Calmado. ¿No se supone que águila no caza mosca? ¿Por qué no convierte la derrota en una victoria?

¿Por qué no promueve un abrazo sino que promete más beligerancia a un país que reclama paz, fuentes de trabajo y entendimiento para ser, realmente, una gran potencia mundial?
 
Señor Presidente, no quiero su derrocamiento, tampoco lo promuevo. No me paga el imperio. Revise mis cuentas, mi vida profesional y personal. Provengo del interior y me forjé, al igual que usted, con trabajo; con jornadas de estudio y de entrega al periodismo, algo que deseo seguir haciendo en mi país, pero sin temor y sin revanchismo.
 
Hernán Lugo-Galicia

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