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29 aniversario de la Constitución

La conmemoración de la Carta Magna se convirtió en ‘el día del pitido’

La conmemoración de la Carta Magna se convirtió en ‘el día del pitido’

· Un grupo de exaltados increpó a algunos políticos que acudían al acto

jueves 06 de diciembre de 2007, 18:45h
Eran como un centenar de personas en el ‘corralito’ policial, pero gritaban más que nadie: pitaron, silbaron, aplaudieron o insultaron a los políticos que traspasaban las puertas del Congreso de los Diputados para asistir a la conmemoración del 29 aniversario de la Constitución. Un acto que ha estado marcado por el asesinato de los guardias civiles Fernando Trapero y Raúl Centeno en Francia: menor asistencia que otras veces y supresión del cóctel final en señal de duelo.
A partir de las 11.30 horas, representantes de la política, la economía, la diplomacia, la judicatura, las ‘fuerzas vivas’, empezaron a acudir al Congreso de los Diputados para conmemorar el 29 aniversario de la aprobación de la Constitución Española. Pero en la puerta misma se encontraron con la sorpresa: un grupo de sobre un centenar de personas, mantenidas entre vallas en la acera de enfrente por la Policía, increpaban a casi todos los que atravesaban la verja del Congreso.

La mayor pitada estaba preparada para el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, pero el hecho de que entrara en coche hasta el patio del recinto, junto a su mujer, Sonsoles Espinosa, cogió por sorpresa a los alborotadores.

Así, las mayores pitadas en intensidad y duración se las llevaron el secretario de Organización socialista, José Blanco“fuera, fuera”, le gritaron cuando llegó, acompañado del ex ministro Juan Fernando López Aguilar y de la ministra Carme Chacón-; el presidente de la Generalitat de Cataluña, José Montilla; el portavoz socialista en el Congreso, Diego López Garrido, y los ministros de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, y de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos“fuera, fuera”, le gritaron, como a Blanco-. Luego, en mayor o menor media, todos recibieron algún ‘aviso’, como el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, para el que hubo división de opiniones: se repartió por igual pitos y aplausos.

Ese grupo de personas, que portaba banderas españolas con leyendas como “Ilegalización de ANV y PCTV-EHAK” y “Víctimas de ETA. Justicia y Dignidad”, logró convertir la conmemoración de la Carta Magna en el ‘día internacional de la pitada y el silbido’. Dentro, más tarde, cuando Rodríguez Zapatero oficiaba una rueda de prensa tras el discurso del presidente del Congreso, Manuel Marín, hasta ese Salón de Ministros llegaban los gritos de los manifestantes: “Zapatero, dimisión; Zapatero, dimisión”.

Ha habido en esta conmemoración menos asistencia que la de otros años. De presidentes autonómicos se pudo ver al catalán José Montilla, al castellano-manchego, José María Barreda, al extremeño, Guillermo Fernández Vara, y a la de Madrid, Esperanza Aguirre. De Instituciones del Estado pudo verse sin dificultad a la presidenta del Constitucional, María Emilia Casas, al del CGPJ y Tribunal Supremo, Francisco José Hernando –que llegó acompañado del portavoz del Consejo, Enrique López, y que departió unos instantes con Rodríguez Zapatero, ¿hablarían de la (no) renovación del CGPJ?-; al Defensor del Pueblo, Enrique Múgica, o al fiscal General del Estado, Cándido Conde-Pumpido, entre otros, como los ex presidentes del Congreso, Gregorio Peces-Barba, y del Senado, José Federico de Carvajal.

No estaba todo el Gobierno, pero casi: el presidente y la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, en primera línea, y luego diversos ministros como Fernández Bermejo, Narbona, Espinosa, Moratinos o Pedro Solbes, cuya llegada al Congreso pasó desapercibida por la multitud. No estaban tampoco los representantes nacionalistas (BNG, PNV, EA y ERC), que ya habían advertido que no acudirían al acto. Por CiU apareció el diputado Jordi Vilajoana.

Algunos optaron por pasar por la puerta de atrás del Congreso, la que da a la calle Zorrilla: por ejemplo, el general Sabino Fernández Campos, que llegó acompañado de la dirigente del PP Ana Pastor. Pero los que entraron por la Carrera de San Jerónimo –la inmensa mayoría- hubieron de someterse a la aprobación del respetable. Algunos para bien, como Manuel Fraga la presidenta madrileña Esperanza Aguirre, que llegaron juntos y recibieron grandes aplausos -¿habrá duda de cual era el sector político que representaban esos ciudadanos?-, pero otros con diversidad de criterios, como Mariano Rajoy, que recibió pitos y aplausos. Se da la circunstancia de que Eduardo Zaplana llegó, acompañado de Jorge Fernández Díaz, un poco antes que Rajoy y se volvió a la puerta para esperar al líder del PP: en ese momento, algunos aplaudieron y otros gritaron “fuera, fuera”.

Los gritos, incluyendo los de “Zapatero, dimisión” -muy persistentes-, se reprodujeron con más intensidad a medida que el acto dentro del recinto avanzaba, y luego, cuando los invitados a la recepción iban abandonando la Cámara tras el acto.

Tras la llegada de los invitados, el presidente del Congreso, Manuel Marín, pronunció un discurso en el Salón de Pasos Perdidos que dará mucho que hablar. Alguien creyó ver la “V” de “Vendetta” en las palabras del presidente de las Cortes Generales: ya se sabe que Marín se retira de la política y que ha habido incluso la falta de delicadeza de presentar en público a su supuesto sucesor, José Bono. En el inicio del discurso de Marín, el presidente pidió guardar un minuto de silencio por los guardias civiles asesinados.

El discurso de Marín dará mucho que hablar: no gustó ni a los suyos ni a los contrarios. Todos los consultados por Diariocritico –desde el PP hasta IU, pasando por PSOE y CiU- coincidieron, curiosamente, en que Marín “ha generalizado en exceso”. Así, el líder de IU, Gaspar Llamazares, piensa, por ejemplo, que quien ha crispado ha sido el PP, y que no se puede dirigir uno en ese tono a todos por igual. Los del PP piensan lo contrario. Y así sucesivamente.

Dos horas antes del inicio del acto del Congreso, previsto para el mediodía, el presidente del mismo, Manuel Marín, y el del Senado, Javier Rojo, acudieron a las 10.00 horas a la madrileña Plaza de Colón para participar en el homenaje oficial a la bandera española que tiene lugar todos los años el 6 de diciembre.
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