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¿Quién quiere ser europeo?

miércoles 16 de marzo de 2016, 13:30h

La palabra Refugiados está tan lejos de su raíz, Refugio, que da vergüenza oírla cada vez que hablan de los nuevos parias de la tierra, encerrados en Dachaus pagados con euros.

Durante la Confederación de Bar, 1768, se creó el primer Campo de Concentración, tres centros espantosos donde los rusos encerraban a los disidentes polacos que les molestaban, en tránsito hacia Siberia. España también tuvo su momento de cobardía histórica y tuvimos campos de concentración en Cuba y Filipinas –dejemos la Guerra Incivil aparte- para mayor comodidad y manejo de los torturadores. Los ingleses se cubrieron de porquería con sus campos por todo el British Empire y son de destacar los que construyeron durante la segunda guerra Boer en Sudáfrica.

El objetivo de estos lugares es siempre el mismo: aislar y controlar a grupos étnicos o ideológicos molestos al statu quo. Ahora hemos decidido llamarlos Campos de Refugiados, seguramente por descarte ya que Refugees Great Resort era poco creíble. Hemos pagado una cuota de 6.000 millones euros a Turquía y quién sabe cuál será el acuerdo de tapadillo para que Grecia retenga a cuantos pueda en Idomeni o en el Mediterráneo, esa fosa común tan grata a los euroveraneantes, porque el objetivo es que no vengan, que no entren, que no lleguen al Paraíso Terrenal de esta Europa en Deconstrucción donde no cabe de ninguna manera un incremento poblacional del 0,007% no sea que nos quedemos sin comida, sin trabajos en esta tierra de escasez o que nuestros niños, horror, confraternicen con esos moritos, monos, sí, pero raros en la medida que diferentes.

Hablamos de personas que huyen de sus casas no porque les parezca que la Europa del racista Rajoy, la estirada Merkel o el exquisito Cameron sea un edén de promisión, sino porque en su terruño los están matando con balas, bombas y metralla.

Los segregamos hacinándolos en barro putrefacto, rodeados de sentinas junto a las chabolas de plásticos, maderas y retales en que viven los que consiguen superar la travesía. Allí les vendemos agua a precio de petróleo, les entretenemos obligándolos a guardar turno en colas infinitas para conseguir un poco de sopa, un mendrugo de pan o una manta. Si además alguien necesita cuidados médicos, no hay problema: días enteros en filas silenciosas de miradas asombradas que rehuyen la luz, arrastrando miles de pies gangrenados por el fango húmedo contra el que sus chanclas –sí, van en chanclas; pocos son los que tienen zuecos, menos aún zapatos- son la única protección.

Yo no reconozco a esta Europa y no quiero pertenecer a ella. Rajoy, en su perfecto papel de dontancredo en funciones, el destino que por fin le cuadra, se lava las manos después de dos años evitando que cualquier pobretón piojoso disfrute de las mieles de “su” presupuesto nacional y se da por satisfecho con los 18 –sí, dieciocho- refugiados a los que ha permitido llegar a España Cañí, sin libertad de movimientos, claro; Cameron dice que quiere ser Europeo pero manteniendo su moneda y sin permitir a nadie que vaya a su pueblo a buscarse la vida, salvo las enterprises and corporations. Hollande mantiene un silencio culposo que me recuerda el poema de Brecht y manda a su heraldo Manuel Valls a recortar derechos y libertades a cualquiera que tenga la piel tiznada o aceitunada o no sea capaz de pronunciar fromage frunciendo los morros como en Lutecia. Más allá, la frau alemana que hace llorar a los niños y un Tsipras acoquinado por las deudas y entregado a su racista socio de gobierno. No, yo no quiero ser parte de esta Europa neonazi en la que se ha impuesto dolorosa e impunemente el tanto tienes, tanto vales.

Solo lo que ha robado el PP de Valencia; solo lo que se han gastado en cocaína los capitostes de los ERE; solo lo que costará cualquier reunión de gobernantes para decidir si sus coches serán triplemente blindados o decorados por Yves Saint Laurent y Hugo Boss; solo lo que cuestan las comilonas de Mario Draghi con Patricia Botín o los viajes que Marjaliza ha pagado a la mentirosa Eva Bórox o al presunto gángster Granados, serían suficientes para mantener diez millares de refugiados en situación decorosa durante un par de años.


@manuelpascua

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