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No hay razas ni pueblos superiores o inferiores

lunes 18 de abril de 2016, 08:43h

“Todos los animales de este planeta comparten un ancestro común. Esa es la razón por la que no debería sorprendernos que como pasa con los seres los humanos, haya algunos animales que tienen prácticas bisexuales de forma natural, habitual y sin ningún tipo de tabú al respecto" Es una información interesante, contrastada por científicos y observadores que no se retuercen las meninges buscándoles tres pies al gato, como ha sucedido y sucede con algo tan natural como el color de la piel, de los ojos, los diferentes géneros y la absurda falacia de hablar de "razas" superiores o inferiores sometidas a explotación y abusos por otros seres humanos. Sólo hay una única raza humana con múltiples y variadas características.

Los datos y las demostraciones científicas no son discutibles o rechazables sino es con pruebas igualmente serias y contrastables. Que en la especie humana se compartan en un alto porcentaje cualidades y características propios de muchas especies sentientes no tiene que extrañar más que a seres ignorantes, fanáticos o romos que mezclan moralinas que para nada entran en el formidable y radical ámbito de la Ética universal.

Son los abusos, los daños, la falta de respeto a las libertades y derechos fundamentales los que son injustos y rechazables. Es la Ética universal la que debe presidir y juzgar las opciones y decisiones entre personas conscientes y responsables. Lo contrario es tan obtuso y necio como el mal de ojo, la eficacia de las maldiciones, las brujas, trasgos o los espíritus malignos. O tan salvaje, despreciable, insoportable por injusto e inhumano como las dictaduras, los regímenes tiránicos, totalitarios, militares, plutocráticos, fanáticos en nombre de una supuesta invención religiosa, oligopólicos o sencilla y perversamente de un capitalismo salvaje que soporta la infame injusticia de que unos pocos puedan decidir sobre el destino y vidas del resto de los seres humanos.

Ante tamaña injusticia no sólo es lícito rebelarse y alzarse sino que puede ser una obligación ética irrenunciable para restaurar o establecer una convivencia en paz como fruto de la justicia, solidaria, libre y que reconozca el inalienable derecho a la búsqueda de la felicidad. Ni todo el campo es orégano en el que cada pueda hacer lo que le dé la gana sin respetar las normas justas de convivencia social ni pueden una persona o grupo imponer discriminaciones ni condenas o rechazo por motivos supuestamente “morales” propios de sectas, tradiciones religiosas o costumbres rechazables por obsoletas o inhumanas.

La libertad, la justicia universal, los derechos fundamentales a la vida, la educación, la sanidad, la vivienda digna, el trabajo y la atención a personas dependientes o discapacitadas, el derecho a una paternidad/maternidad querida y responsable, la elección de pareja y de vida en común, la interrupción de un embarazo forzado o no deseable, el reconocimiento de que la patria está allí en donde puedas vivir con dignidad, el derecho a una muerte digna y sin prejuicios seudoreligiosos, el derecho a profesar una espiritualidad o creencias que no atenten a los Derechos Fundamentales y a la Ética universal no son veleidades ni se pueden mercadear por intereses bastardos o supuestamente de estatus social o de poder y de fuerza.

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